Sobre Indalecio y Prieto y la exposición en Oviedo
El escrito de Javier Neira “Historia” a colación de la Exposición sobre Indalecio Prieto que tiene lugar en Oviedo actualmente, en el cual realiza una crítica hada el político socialista a propósito de los acontecimientos del 13 de julio de 1936, me ha parecido una imagen simplificada, con un planteamiento pueril y un vocabulario vulgar, impropio de cualquier historiador que se precie. Decía Gustavo Bueno que “la Historia es obra del entendimiento, y no de la memoria”. El modo de estudiar la historia en este articulo del señor Neira no es propio de una educación universitaria.
En palabras de Eduardo González Calleja, “consideramos que un estudio sobre la conflictividad sociopolítica y la crisis de la democracia en la España de los años treinta debe detenerse de forma obligada en el estudio del proceso ideológico-político de la violencia, ejemplificado en la actitud de clases, partidos, organizaciones, dirigentes o intelectuales orgánicos. Es decir, todo ese complejo conglomerado de circunstancias que generaron en ciertos sectores una verdadera actitud social de rebeldía, un talante insurreccional y una “cultura de la violencia” que perjudicó a la legitimidad de la República tanto o más que las propias acciones armadas”.
El proceso de radicalización violenta de la derecha y la izquierda resultaba irreversible, a pesar de los tardíos intentos de reconducción institucional del conflicto como los ensayos de convergencia centrista (conversaciones de Prieto con Larraz e intento de un gobierno de amplia coalición). Cualquier hecho coactivo o delictivo por mínimo que fuera era magnificado y politizado por ambos bandos. Todo ello produjo un generalizado estado de miedo que aceleró la espiral.
Prieto encarnó en su actividad política los valores del liberalismo y del socialismo democrático como pocos hombres públicos españoles en la primera mitad del siglo XX. Como ha señalado el prestigioso historiador Santos Juliá, “Prieto tenía una concepción moderna del Estado y de la vida política. Defendía una República democrática, liberal, parlamentaria, que sacudiera del Estado el poder de las viejas clases monárquicas, del ejército y de la Iglesia y sirviera como instrumento de transformación de la sociedad”.
Como ha escrito el historiador Abdón Mateos, “además de adversarios y difamadores, Prieto tuvo amigos y admiradores políticos no sólo en el ámbito de la izquierda y del movimiento obrero, sino entre personalidades de ideología alejadas”.
En todo caso, la exposición merece la pena ser visitada para conocer la actividad política de Prieto, regeneracionista y modernizador.
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