Carta abierta al responsable de la Policía Local de Oviedo
El pasado día 2 de julio recibo en mi domicilio una amable carta de la Policía Local de Oviedo invitándome a identificar al conductor de un vehículo que cometió el “error” de pasar un semáforo en rojo, e instando a que caso de no hacerlo, sería sometido a un sinuoso recorrido de mesa en mesa presentando documentos con el final anunciado de infracción grave y sanción acorde a la infracción.
En los treinta años de conductor habitual, nunca he tenido problemas, he tenido mucha suerte, lo reconozco, ya que es prácticamente imposible pasar desapercibido, no cometer “errores” y salir ileso de sanciones habida cuenta de la dedicación y celo con la que sus subordinados se emplean día a día.
Siguiendo las instrucciones requeridas en su carta, me presento en las oficinas centrales de la Policía Local de Oviedo, para tratar de que me ayuden a terminar de cubrir los datos que se solicitan, y me atiende un funcionario a través de un pequeño habitáculo o ventanilla que recuerdan a tiempos pasados.
Para mi sorpresa, me dice que si no quiero perder cuatro puntos, ponga en la casilla del conductor cualquier nombre, el de mi mujer, mis padres, de un amigo, es decir, de alguna persona que no sea conductor habitual y que no le perjudique tanto como en este caso a mí que lo utilizo para el trabajo, la pérdida de los codiciados y tan valorados puntos. Incluso me entero a posteriori, fuera del entorno de la Policía, naturalmente, que en internet se ofrecen personas, previo pago, a “donar” parte de su bolsa de puntos, cuantos más puntos, más precio.
En la ingenuidad propia de alguien como mi caso, que pasa por primera vez por esta experiencia, pregunto al dedicado funcionario si cabe recurso o apelación de algún tipo a tal imposición, a mi juicio totalmente injusta por pasar el semáforo exactamente un segundo de tiempo en rojo, según fotografía aportada, y con cierta socarronería, no exenta de razón, me dice que no, y que actualmente la proporcionalidad en las infracciones son completamente ilógicas, argumentando algo que ya me dejó absolutamente descolocado: “Fíjese, si usted atropella en un paso de cebra a una persona y la mata, se considera falta, no delito, si usted, por el contrario, se niega a hacer un análisis de sangre en cualquier control, podría ser constitutivo de delito”.
Esta es la realidad. Otra cosa, el sentido del deber, la responsabilidad, la ley, etcétera, etcétera, es su realidad, la virtual, a la que la gente de la calle no tiene acceso y le suena a retórica trasnochada y música celestial.
Por todo ello, quiero felicitarle por su sumisión ante la ley vigente, aunque ésta sea injusta, felicitarle por su eficacia en el adiestramiento y firmeza de sus subordinados en el uso, empleo e interpretación de la normativa y en la aplicación sin piedad a las víctimas: los conductores. Y, sobre todo, gracias por avalar e invitar a burlar las leyes al ofrecer “salvar” puntos a personas con capacidad económica o conductores ocasionales haciendo gala de país, o ciudad, de poca ejemplaridad.
Yo, naturalmente, aunque podría haber seguido los consejos recibidos, no lo hice: he dado mi nombre y he perdido cuatro puntos.
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