Gerardo Iglesias

22 de Julio del 2016 - Marcelo Noboa Fiallo (Gijón)

No sé si es consecuencia del inexorable paso del tiempo, que nos obliga a todos a rendir cuentas con nuestro pasado. Pasado que, indudablemente, está lleno de vivencias, de amores, de afectos, desafectos, y compromisos políticos que, en algunos caso, como el mío, de militancia política y sindical. Ésta última, suele estar lleno de rencores, filias y fobias, de adhesiones inquebrantables, que a muchos a hecho perder la razón, cuando no la vida.

No fui justo con Gerardo Iglesias, mejor dicho, nunca supe poner en valor sus propuestas, su visión de la política y su compromiso ético con sus electores. Mi militancia socialista "me obligaba" a rechazar todo cuanto venía del entorno y de la dirección del PCE/IU, dirigida por entonces por Gerardo Iglesias.

Gerardo Iglesias, secretario general del PCE y coordinador federal de IU de 1982-1988, tuvo la mala suerte de sustituir en el cargo a un histórico del comunismo español, Santiago Carrillo, personaje clave durante la guerra civil española, en la clandestinidad y en la transición española. Digo mala suerte, porque cargó con el peso histórico de su antecesor y, desde el minuto uno de su nombramiento, fue víctima de las luchas fratricidas en el seno de IU y del ninguneo, cuando no, desprecio del resto de la clase política (probablemente por su procedencia obrera)

Estos recuerdos ya lejanos han revivido en mí estos últimos días, durante el transcurso de la Semana Negra de novela en Gijón, con la inteligente decisión de invitarlo a participar y presentar su último libro La Amnesia de los cómplices. En mi criterio un gran documento histórico por ser un fiel testimonio donde se narra, a través de 150 historias sobrecogedoras, las atrocidades cometidas por la dictadura franquista, tras la guerra civil.

Gerardo Iglesias se prodiga poco en la vida social y política por culpa de la enfermedad que lo mantiene casi recluido en su hogar a las afueras de Oviedo, consecuencia de un grave accidente que sufrió en la mina, dónde se reincorporó después de dejar la Secretaría General del PCE y la Coordinación Federal de IU en 1988.

Podía haber aceptado cualquier retiro de oro (como ocurre con la mayoría de los políticos de éste país) o mantenerse activo en la política (rechazó presentarse como cabeza de lista a las autonómicas de Asturias en 1991) Su puerta giratoria fue la mina, fiel a su coherencia, decidió enfundarse el mono de trabajo y el casco de minero, bajó a la mina a picar carbón de donde había salido 13 años antes para ponerse al frente del partido en el que siempre había creído. La mala suerte se cebó con él, una caída de más de 16 metros le destrozó la columna, no tuvo una asistencia médica adecuada, lo que le produjo una serie de infecciones que a su vez le obligaron a nuevas intervenciones quirúrgicas. Hoy sufre de dolor neuropático, lo que hace que levantarse de la cama, por las mañanas, sea un suplicio. Desde allí, decidió venir a la Semana Negra para recordarnos la infamia del franquismo, la amnesia de los políticos y la indecencia de un país incapaz de condenar la dictadura franquista y arrastrar el deshonor de ser el segundo país en el mundo con más desaparecidos.

Sigo discrepando de las ideas que defiende el ex secretario general del PCE, pero me rindo ante su trayectoria vital, su coherencia y su ejemplo. El pasado día 18 de julio se cumplió el 80 aniversario del inicio de una de las mayores ignominias del planeta, los dolores de Gerardo Iglesias son también los dolores que sufrieron su padre, su hermano y los miles de ciudadanos y ciudadanas en manos de sus torturadores.

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