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¿Aumenta el furtivismo en la caza de Asturias?

28 de Julio del 2016 - Eduardo Bros Martínez (Oviedo)

Bien pudiera ser ésta una afirmación inconsecuente emitida con acento retórico desde posiciones interesadas en llamar la atención, haciendo uso incorrecto de estas señaladas prácticas, buscando gestionar el supuesto beneficio de utilidades diferentes a la caza.

Resulta sorprendente y a la vez paradójico manifestarse en los términos tan absolutos en que se hacen este tipo de declaraciones, teniendo en cuenta el origen de su procedencia, cuando el exponente de denuncias por infracciones cometidas a la vigente ley de Asturias de la Caza supuestamente no justifican una visión objetiva que permita asumir como verdadera la identidad de tales consignas. Por tanto, paradójico es el detalle incriminatorio; preocupante negligencia si se detectan este tipo de actos delictivos si sobre ellos no se formalizan los debidos expedientes de instrucción.

El furtivismo en nuestra autonomía no es mera conjetura, siempre ha tenido claros signos de evidencia; se debe de entender que sigue activo al igual que la picaresca, no se han erradicado dichos fundamentos, persisten y tienen presencia, es algo inherente, de difícil resolución, que debemos lamentar. No obstante conviene decir que una mayor creación de denuncias, aspectos no concebidos hasta ahora, no sería sinónimo de un incremento exhaustivo de este tipo de prácticas ilegales, pudiera ser consecuencia directa de una mayor intensidad en las labores de vigilancia y acción intervencionista por parte del personal encargado de este cometido. Tratando de concretar, se debe valorar con exactitud cuál es el estado real de similitud del furtivismo en relación a otras épocas o tiempos pretéritos cercanos como muestra indicadora del estado actual de las cosas.

Tal y como se explican quienes afirman poseer datos concretos que habilitan la creencia de unas prácticas en aumento que violentan en materia de caza la legislación vigente para este sector, entiendo no obedece a una posible fuerte irrupción de desaprensivos en forma de grupos organizados en los cotos sociales, reservas regionales de caza y parques naturales sitos en la comunidad asturiana, sino más bien producto de actuaciones puntuales en lugar concreto, que dejan la evidencia de sus huellas en tales fechorías, razones de interés que bien pudieran ser erigidas en doctrina de excesiva alarma.

Si hubiese aumentado considerablemente el furtivismo en nuestra provincia, se debería otorgar constatación veraz y no desde una mera intuición como ejercicio de firmeza, por el número de denuncias reflejadas en la estadística que recoja datos de años anteriores, por lo que es de suponer, teniendo en cuenta este tipo de afirmaciones, al tiempo que nos ocupa, serían de mayor consistencia numérica. Si así no fuese, cosa que al parecer sucede (datos oficiales lo confirman), y no estuviera viviendo el furtivismo el goce de una época refulgente señalada desde una definición situacional que muchos no acabamos de apreciar, encontrándose la realidad equitativa en sintonía con las mostradas en campañas anteriores, deberíamos dar testimonio de que a través de medios ficticios se persiguen otros fines, lo que parece tenga visos de objetividad.

Sería una evidente contradicción, por parte del personal encargado de la vigilancia de las mencionadas áreas cinegéticas, en su mayoría buenos profesionales, que en su descargo entiendo carecen de algunos medios adecuados y cesión de autoridad, quienes a su vez, por delegación, han sido sus acreditados portavoces los encargados de señalar el hipotético auge del furtivismo que se padece en Asturias, situación que de confirmarse, cuestionaría la eficacia, seguramente no achacable en todo al colectivo de la guardería. Es de pura lógica entender que, pese a todo, superior nivel delictivo conlleve proporcionalidad cuantitativa en lo referente al número de denuncias. No es la condición que se ha dado.

En cuanto a otras organizaciones contrarias al buen ejercicio de la caza que también se apuntan a proclamar estas causas, debemos entender que siguen el ritual de su rancio procedimiento convencional. Forma parte de una narrativa en forma de sórdido relato con el objetivo de acumular desprestigio sobre la actividad cinegética.

Eduardo Bros Martínez

Oviedo

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