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Javier de las Horas: Caravia-Ribadesella

5 de Agosto del 2016 - José Manuel Alonso Blanco (Oviedo)

Nuevamente este año se celebra el 80.º Descenso Internacional del Sella.

Hay que ser precisos, pues hay dos, el fundador, por don Dionisio de la Huerta. El otro, incipiente todavía, es el de discapacitados, que pronto será algo grande.

El de “válidos” empezó a celebrarse en 1929. Era una excursión de tres amigos y de aquella se partía de Coya (concejo de Piloña). Pronto se partió de Arriondas, y, como todo en la vida, surgió la competencia. A ver quién llega al puente de Ribadesella en primera posición.

La evolución del Descenso fue la natural, primero regional, después nacional y al final internacional. Mi compañero de piragua era el malogrado Javier de las Horas Espiniella. Un gran tipo, con sus rarezas, como todo el mundo. Javier conmigo era hablantero y hasta simpático.

Recuerdo también a su padre, Demetrio, gran futbolista en su época joven. Cuando entrenábamos en el Sella, estaba en todas las pasarelas del río, dándonos los tiempos y animándonos. Decía Demetrio: “Hoy vais mejor que ayer de tiempo”.

Javier ocupaba la parte trasera de la embarcación y yo la delantera, es decir, el control de la nave (timón) era de mi responsabilidad.

Algunas veces fallaba y el que llevaba todos los golpes era el gran Javier, el cual nunca me reprochó mis fallos al timón.

Recuerdo que en la ría de Villaviciosa había que subir el río San Juan, tropezamos con un árbol y volcamos, Javier se lesionó y hubo que acudir al centro de salud de Villaviciosa a poner los puntos correspondientes.

El Descenso del año 1974 fue nuestra mejor carrera. Le comenté a Javier "yo controlo la cabeza de salida y estate atento, pues al menor movimiento nos vamos". Así fue. Yo creo que la salida del Sella ese año la dimos nosotros. Ahí están las imágenes de televisión de la época para confirmarlo.

Pasamos del puesto cien de salida a las primeras posiciones. Para ello nos situamos en el centro del río, y cuando todos se subían a la piragua, nosotros les adelantábamos paleando fuerte y a favor de corriente.

Al vernos en las primeras posiciones, con una piragua de propaganda que habían regalado al club en Salamanca, no nos lo creíamos, parecía un sueño, pero como dice Calderón de la Barca...

Vernos al lado de grandes campeones nacionales e internacionales nos motivaba aún más. Dichos campeones se pegaban a nuestra ola, hablaban lenguas para nosotros extrañas, era su contraseña para dar un tirón y dejarnos reventados. Otros extranjeros, y vuelta a lo mismo.

Recuerdo que con dicha piragua de propaganda (mala, por cierto), fuimos los primeros de Ribadesella en la meta. La carrera fue dura, no pasamos a ninguna piragua, todas eran muy superiores a la de estos aldeanos, uno de Caravia y otro de Ribadesella.

Al llegar a la recta donde se divisa la línea de llegada, mi esfuerzo y el de Javier había sido tan intenso que veíamos el puente borroso.

Ese día no comimos, solo teníamos sed, pues la deshidratación había sido intensa.

Este año se cumplen 10 del fallecimiento de Javier. Nunca se le hizo ningún homenaje, ni se le mencionó en ninguna carrera de piraguas. Claro, no era de la jet y le correspondía siempre la peor piragua. Cosas de la lucha de clases, de este bruto deporte del piragüismo.

Javier ha muerto hace 10 años, pero no ha muerto, pues yo le recuerdo en todas las carreras de piraguas, así como su hermana Covadonga, su cuñado y sobrinos, etcétera.

Uno nunca muere mientras esté en el recuerdo de otras personas, como es el caso.

Estará sentado en el cielo, al lado de Dios todopoderoso, pues es imposible que sea de otra manera.

Javier, te recordaré siempre. Un abrazo de tu amigo de siempre, José Manuel.

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