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La bandada de estorninos (enigma o solución)

22 de Noviembre del 2009 - Carlos Muñíz Cueto (Gijón)

Se preguntaba don Pedro de Silva, al amanecer de un viernes trece y al contemplar una bandada de estorninos que volaba entre él y una red de nubes grises nada agobiantes, ¿cuál será el libreto?

Creo don Pedro que su lado poético ha entrevisto la realidad. Esa realidad que se ve cuando se necesita. Vio lo que deberá ser el ejemplo de un nuevo modelo de pensamiento: la bandada de estorninos. Estos días, con la primera luz del amanecer, los estorninos alzan el vuelo formando grandes bandadas. Nosotros en cambio hemos estado inculcando otro modelo de pensamiento: el de abiertos hasta el amanecer. Hasta Dan Brown nos plantea el enigma: Me llamó la atención que por la noche saliera todo el mundo de fiesta.

La bandada de estorninos (libres, iguales e equidistantes, procurando no abandonar a ninguno en su afanado progreso hacia el futuro) ese debería ser nuestro modelo de pensamiento. Y olvidarnos del caduco modelo que abandona a un 20% de trabajadores activos en el desempleo. La bandada de estorninos con la igualdad de su equidistante libertad, está atenta a los movimientos que se originan en su frontera, el lugar donde se mueven los inquietos y creativos pioneros (los utópicos friquis), que, en una innovadora carrera fuera de la bandada, son seguidos en fila india por otros pioneros de la misma para, acto seguido, que sean los lideres (si así lo ven conveniente) los que se pongan a la cabeza de un movimiento en forma de bandada de gansos que acabe arrastrando a todos. Con esta dinámica como modelo de pensamiento, se anula cualquier estático y predecible comportamiento que permita al halcón de la crisis escoger su víctima. Toda esta maravillosa dinámica de adaptación, será posible reproducirla en las empresas gracias a la formación profesional permanente desarrollando las capacidades que mejoren la empleabilidad a todo lo largo de la vida, inculcando valores y modelos de pensamiento como: Si no despertamos con la utopía, nos dormiremos con la realidad (Joaquín Lorente). Permitidme un modificado: Si nos despertamos con la eutopía, nos dormiremos en la realidad, situados en un buen lugar. El mapa no es el territorio (Korzybski). La realidad es lo que es, lo demás es símbolo (Ana C. Fdez. Mera). En resumen: el símbolo no es la realidad; pero primero se piensa y después se hace y... Pensar es gratis. (¿Verdad señor Lorente?).

Hace unos años (permítanme recurrir a mi mismo) desde esta sección de los lectores de LA NUEVA ESPAÑA se publicó un escrito: Abriendo futuros... (El compromiso), donde se relataba una relación laboral en una fábrica de quesos. Se imaginan a los trabajadores siendo empresarios de sus puestos de trabajo y defendiendo su libertad, igualdad, autonomía y singularidad, trabajando en equipo, sindicados en lobbies de cooperación para proteger sus mínimos intereses profesionales (y por tanto igualitarios y colectivos) con el fin de buscar reconocimiento y la mejora de su empleabilidad. La movilidad no es el problema, el error es el estatismo rígido de nuestro modelo de pensamiento. Se imaginan un 3% de paro estructural y un porcentaje de movilidad elevado, sin que la causa de tal movilidad sea el despido, sino que, llegado el momento, son precisamente los mismos trabajadores los que se van en busca de una mejora de empleabilidad o promoción ocupacional. Porque con el modelo de movilidad no es el despido lo que se busca, sino la empleabilidad y la competitividad profesional. Y frente al miedo del desempleo, la garantía del Estado; y frente al miedo de la empresa al ver marchar a sus trabajadores tras mejorar su profesionalidad y su empleabilidad en ella, la garantía de que se va un amigo que ha cooperado y cooperará con ellos mejorando sus contactos con otras empresas y así sus expectativas de negocio (¿Saben que en el Instituto Pasteur cualquiera de sus trabajadores ganaría bastante más dinero fuera y no se van?) Las empresas deben reconocer a sus trabajadores por lo que ellos aportan, y no por lo que se les paga. Cuando la empresa se comporta como una bandada de estorninos, unida en la igualdad, la responsabilidad y el reconocimiento mutuo de sus trabajadores ¿Quién es el empresario y quién es el trabajador? Cuándo las empresas conforman una bandada de empresas en un cluster o bandada llamada país, con un Estado cohesionado para su seguridad y la de sus ciudadanos ¿quién teme a las crisis que acaban siendo motivo de progreso, innovación y cambio? Cuándo los Estados se unen sin fronteras en grupos de interés, ¿quién teme a la sana competencia que nos obliga a mejorar? (¿Conseguirá esto Europa?). Cuándo los Estados Unidos (de cualquier lugar o continente) conformando su respectiva bandada, cooperen entre sí, ¡libres!, para el fomento de la necesaria diversidad en la igualdad de una fraterna hermandad, ¿quién teme a la globalización?

Sin embargo, aquí en Asturias (en España..., y por ahí seguido en el mundo), el modelo del pensamiento va por otros derroteros más jerárquicos y de servilismo. Son modelos centrados en el jefe, el amo, el mandamás, que a su vez es amo, jefe y mandamás de un partido y, en ocasiones, con el agravante de ser un país donde ni hay primarias ni listas abiertas. Vemos como se desprecia el centralismo de Madrid que luego se practica en las autonomías mientras se pedigüeña al de Madrid o de Bruselas. Todo gira en torno al sempiterno y egocéntrico pensamiento radial del centralismo puesto al servicio del poder y no al servicio del ciudadano (aunque falazmente se justifique con ello). La esencia de todo es el poder, y no el valor de la autoridad: No se quiere ser dinámico, equidistante, casi cartesiano, como una bandada de estorninos.

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