Las pensiones necesitan oxígeno
En las pasadas elecciones ningún partido político ha sabido dar soluciones precisas para que las pensiones del futuro sean una asignatura que transmita tranquilidad y sosiego y que no sea como hasta ahora, una moneda de cambio para inquietar y alterar la conciencia de los españoles con respecto al futuro de las mismas.
Que es una enorme preocupación nadie lo pone en duda, pues un elevado porcentaje del colectivo de pensionistas se encuentra inquieto, lo que viene a poner de manifiesto la expresión que se vive en la calle de que "cualquiera sabe cuando me jubile qué cobraré de pensión y si la cobraré". Esta interrogación en lo sucesivo tiene que estar unida a mucha tranquilidad hacia nuestro sistema público de pensiones, que debe ser dotado de herramientas seguras y de unos fondos claros y sostenidos sobre firmes pilares.
Nuestra Seguridad Social, como es bien sabido, se financia a través de un sistema de reparto, el cual está nutrido por los ingresos de las cotizaciones de cada año y se destina a pagar las pensiones de ese mismo ejercicio. Pero al existir cada vez más pensionistas por cada cotizante y debido a la inversión de la pirámide poblacional, así como a la tasa de paro, el desequilibrio entre gastos e ingresos aumenta notablemente, sin olvidar, por otra parte, la longevidad de los españoles, que supone retribuir a los mayores más tiempo del existente hace diez años, por lo que las cotizaciones para sufragar el gasto pueden terminar en un colapso de incalculable importancia.
Por eso, hay que conseguir recuperar o rehacer el Pacto de Toledo para actualizarlo, pues España es ya un país de los más longevos del mundo, por lo que tiene que ser dotado de soluciones reales y urgentes que garanticen nuestro sistema de pensiones. Por estos acreditados motivos, el debate sobre el futuro de las pensiones tiene que seguir estando en primera línea de fuego. Pues mientras desde la Secretaría de Estado de la Seguridad Social se asegura que el déficit es "coyuntural" y las pensiones están "aseguradas", lo cierto es que cada vez hay más voces autorizadas que apuntan a lo contrario. Con el agravante de que la paralización política está retrasando la adopción de medidas para abordar el problema desde todos los frentes en busca de soluciones, tanto a corto como a largo plazo.
Asimismo, el Gobierno, sea el que sea, va a tener que poner sobre la mesa el vasto problema demográfico que presenta actualmente el país, con la menor proporción de jóvenes entre 15 y 25 años, según la ONU, y 2,5 millones de ciudadanos mayores de 80 años.
Por tanto, algo habrá que hacer y rápido. Dejarlo en manos del tiempo y de la creación de empleo se está mostrando claramente insuficiente, especialmente teniendo en cuenta la escasa calidad de los salarios y cotizaciones de los nuevos puestos de trabajo.
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