Ujo y su despreciado pasado histórico
Si hay pueblos en Asturias en los que Roma ha dejado profunda huella, Ujo es uno de ellos, y posiblemente el que más, como aquí hemos comentado en más de una ocasión. Sí, Ujo (Ostium o Ustium, palabra latina que significa puerta, entrada o dintel) fue para las legiones romanas un lugar estratégico y muy importante para establecer en él un campamento o cantón militar al confluir allí valles, ríos y caminos y, sobre todo, al conceptuarlo como eso, puerta o dintel de la Asturias Cismontana, último territorio de Hispania sometido al invasor después de la caída de Lancia (año 19 antes de Cristo, siendo Augusto emperador de Roma). Y a la sombra de este campamento militar romano nació el pueblo de Ujo, del que se puede decir que salió un gran guerrero: Cayo Sulpicio Úrsulo, el cual, partiendo del grado de centurión de la Legión I Minerva Pía y Fiel, con acuartelamiento en Alemania, llegó a ocupar los más altos cargos militares en distintas e importantes legiones y unidades militares, como la Cohorte XII Urbana de Roma, la Legión XIIX, en la que Cayo Sulpicio es designado primer abanderado y portador del águila legionaria. Mucho más amplio y rico es el historial militar de este soldado, pero el espacio manda. Cayo Sulpicio Úrsulo falleció en Ujo, y sus restos fueron hallados, en 1870, en unas obras del Ferrocarril Norte, hoy Renfe.
Pues bien, a pesar de esta riqueza histórica romana que tiene Ujo, y por la que viene luchando inútilmente su buen cura párroco, don Luis Curvo, las autoridades locales, municipales y provinciales no quieren saber nada de algo tan importante que su prestigio iba a dar no sólo a Ujo, sino también a su concejo y comunidad. Pero la "sordera oficial" es tremenda e injusta, tanto ayer como hoy. Y decimos ayer porque ya antes, con don Luis, intentamos la "reivindicación romana" de Ujo, y teníamos ya quien nos iba a hacer la estatua de Cayo Sulpicio, con un precio con un buen descuento, porque el fundidor era amigo, pero la suscripción popular fracasó y el Ayuntamiento no puso el "huevo", cuando tenía que haberlo puesto, por lo menos del tamaño del de una avestruz. Y todo se nos vino abajo, mientras en otros lugares se arañan y se buscan con lupa algún vestigio romano, y consiguen ayudas y el pueblo responde. En Ujo, ni pueblo, ni asociación vecinal, ni Ayuntamiento, ni nadie ayuda ni colabora en esta "reivindicación romana". Bueno, sí hay una persona que está con don Luis, y es el buenazo de Leo, estudioso de la historia de su pueblo. Nadie más.
No olvidemos que, además de sus orígenes romanos, el templo parroquial de Ujo es una joya del románico, siglo XI, que don Luis conserva, cuida y mantiene con esmero. Y, a su lado, en el mismo lugar en el que habíamos proyectado situar la estatua de Cayo Sulpicio Úrsulo, ha colocado una lápida con la leyenda histórica de Ujo, con la imagen del guerrero romano. Y en el Museo Arqueológico de Oviedo se encuentran expuestas las tres lápidas alusivas al pasado romano de Ujo. Que nadie quiere reconocer ni reivindicar, vergonzosa e inexplicablemente. ¿Cómo es posible que esa "sordera oficial" pueda seguir despreciando tan importante huella como Roma ha dejado en este pueblo mierense?
Ricardo Luis Arias
Aller
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