Opiniones y verdades
Las opiniones son solo de cada uno; la verdad no es propiedad de nadie (J.M. Barrio -La gran dictadura). Tomando como cierta esta afirmación, porque los es, todas aquellas opiniones de quienes pretenden endosarnos, a los casi OCHO MILLONES de españoles que hemos votado al Partido Popular, de que hayamos sido cómplices de seguir manteniendo la corrupción, es además de una simple y llana opinión, una mentira razonada. Y por ser así, una mentira que pretende ser verdad a la luz de la razón, no cabe por menos, que desmontar tan tamaña falsedad.
Para ello, vamos a utilizar la lógica, a la que nos lleva la razón, cuando afrontamos la realidad sin cortapisas ni apriorismos. Es decir: la realidad tal y como es. Una de las argumentaciones, yo diría más bien sofismas, que manejan, muy bien por cierto, con un relativismo fanático, es el intentar tomar la parte por el todo. O sea; si uno, dos, tres o diez, miembros de un partido son corruptos, el partido ya lo es de por sí. Pero si en el mío, ocurre lo mismo, o similar, se dice que son conductas individuales, pero que el partido está muy por encima de las personas que lo integran. Es la doble vara de medir, la doble moral y el discurso populista y populachero.
No es cierto ¡para nada!, el que se nos acuse de apoyar a corruptos y a un partido corrupto, como lo definen, - por cierto, los que más tienen que callar- la progresía actual y los nuevos progresistas, que se han subido al carro. Uno, porque la honradez, es como los tributos, que lo pagan las personas y no los territorios. De tal forma, que por militar o votar a un partido concreto, no garantiza para nada, la honradez de sus miembros. Y eso lo saben quienes hoy, nos acusan; pero como su pasión, va por delante de la razón, son incapaces de verlo, o tienen intereses en no reconocer la realidad que es la que demuestra, al día de hoy y a través de la historia que el mal y el bien conviven juntos, desde que el Mundo existe como tal. Que lo bueno y lo malo, y las conductas particulares que nos llevan a obrar de una u otra forma, hoy están para algunos, en entredicho. Y todo, por el carácter relativista al que está sometida la sociedad actual, que no permite, el discurrir, el pensar, ni el razonar; porque efectivamente, el relativismo, es la muerte de las ideas, y para muchos, el abandono de la búsqueda de la verdad, que aun no pudiendo conocerla en su totalidad, no quiere decir que no conozcamos una parte de ella.
Cuando, como es mi caso y en conciencia, tomo la decisión de votar al PP, lo hago en una situación coyuntural, donde lo que se me ofrece como alternativa es aun peor. Es más, diría que infinitamente peor. Y para poder obrar en conciencia, he valorado la trayectoria, de todos y cada uno de los partidos, desde que tengo uso de razón. Y aquellos que eran nuevos, leí sus programas y valore a sus candidatos por sus hechos, por su currículum, y por sus manifestaciones, escritos y opiniones vertidas en los medios de comunicación escritos o audiovisuales. Con esos datos en los partidos emergentes y con el conocimiento histórico de los más tradicionales, decidí mi voto. Lo hice público, y acepto como no, todas las opiniones, y debates que sobre ello quieran, pero lo que no acepto son lecciones de honradez, ni etiquetas al uso, de quienes -además de tener mucho que callar - votan mas, por la elocuencia, que por la eficiencia, sabiendo como saben muchos, el robo, el espolio y el timo que ha sufrido Asturias y España por quienes hoy, no respetan el resultado de las urnas. Como tampoco lo hicieron en el 34.
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