"Opus papi"
Cuando quieres escribir algo, nunca sabes por dónde empezar, pero en esta ocasión es aun más complicado. Muchas veces escribo opiniones, pero es curioso ver lo difícil que se hace hablar de sentimientos. Sobre todo, cuando son tan profundos que te desgarran el corazón y no te permiten escribir más de una oración sin soltar un sollozo. ¡Qué corto se queda el diccionario en estas ocasiones!
Supongo que debo empezar por darte las gracias. No sólo por mi parte, sino también por parte de todas las personas que te han conocido. Es curioso ver cómo una persona da la vida por los demás sin ser excesivamente consciente de ello. Tú eras una persona peculiar dentro de ese grupo de gente que tanto escasea. Pues te preocupabas no sólo por los más allegados, sino por toda persona que necesitase ayuda. Eres la persona más valiente que he conocido, pues siempre estabas en los momentos más duros. Como un faro en una noche oscura, siempre aparecías cuando de verdad se te necesitaba. Cuando alguien se perdía, tú cargabas con su mochila y le guiabas hacia una luz de esperanza, le enseñabas el camino. Contigo todo era mucho más sencillo. Sin ti, un pilar ha caído y el puente se ha tambaleado. Cuando caíste enfermo, lo volviste a hacer, volviste a luchar por ti y por nosotros. Hoy, quince meses después, me doy cuenta de que eras un pilar muy importante, pero tampoco imprescindible. Sin embargo, quiero que te vayas tranquilo. Quiero que sepas que me siento la persona más orgullosa del mundo. No te cambiaría ni por Jesucristo, has sido el mejor padre que he podido tener. Sólo hoy, después de una vida contigo, sé que en cada decisión que tomabas siempre escogías lo mejor para mí. Por mucho que te doliera, siempre me dejaste decidir. Me inculcaste unos principios de libertad y respeto que nunca olvidaré. Me enseñaste a ser una persona conciliadora, capaz de tomarse una cerveza hasta con su mayor enemigo. Y es que siempre encontrabas, como mínimo, algo de interés en cualquier persona, aquello que los hacía únicos. Me transmitiste tu amor por la humanidad, a la que dedicaste una vida completa de estudio. Estoy seguro de que muchas veces te consideraste una persona incomprendida. Y hoy entiendo que fuiste una persona que nació en el momento equivocado. Tenías una mente privilegiada encerrada en una época que no le correspondía. Eso es algo que me duele, pero seguiré tu sendero y continuaré con tu obra.
Sea como fuere, tu viaje en esta vida ha llegado a su fin. La naturaleza no es justa y lo ha demostrado contigo. He de decirte adiós, por mucho que me duela. Te puedes ir tranquilo, ya que has hecho el mejor trabajo que se podía hacer. Por mi parte, sólo quiero que te sientas orgulloso de tu obra. Nunca te lo podré agradecer lo suficiente, pero, por lo menos, espero habértelo reconocido. Puede que lo que más me hayan dicho hoy haya sido "eres igual que tu padre", y eso me hace feliz. Me alegra ser como tú, ya que no encuentro una persona mejor con la que compararme. Lo único de lo que tengo miedo es de no parecerme lo suficiente a ti, aunque creo que en lo de ser payaso te gano. Como mínimo, lo que puedo hacer es tenerte presente en todas las decisiones importantes que tome en la vida.
Finalmente, puede ser un poco egoísta por mi parte pero quiero pedirte una última cosa. Si de alguna forma lees esta carta, quiero que me prometas que en tu nueva vida te preocuparás por ti y sólo por ti. Después de una vida entera dedicada a los demás, creo que es el momento de que te preocupes por ti. Ojalá me vuelva a encontrar contigo algún día.
Te quiero y siempre te querré.
Rafa.
Papi, reiteramos las gracias por habernos transmitido todos tus valores, tu pasión incomparable por la vida, reflejada en tu constante e incesante lucha hacia la libertad. Ten por seguro, allá donde quiera que estés, que continuaremos con tu obra.
Te queremos eterna e incondicionalmente,
Paola, Rafa y Lara Suárez López
Oviedo
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