El infierno no existe
La vida es como una carrera ciclista, la única diferencia es que en la carrera ciclista todos salen desde el mismo punto de partida, y en la vida real, no, unos empiezan antes que otros, ¿por qué? Pues porque no todos heredamos lo mismo, así al comienzo de la vida hay unos que lo tienen todo y otros muchos no tienen nada. Para mitigar esa injusticia nació el impuesto de sucesiones, impuesto que en Asturias sólo paga el 5 por ciento de las herencias y que el 95 por ciento no pagamos. Esto implica que la minoría poderosa que se ve obligada a pagarlo, utilice todas sus influencias en cargarse el citado impuesto.
Hace ya tiempo que su periódico presta gran atención a los que se oponen a este impuesto. Hace tiempo entré en un bar y estaban leyendo los titulares más destacados, cuando se refieren en concreto a uno de ellos que trataba sobre la polémica creada en torno al impuesto de sucesiones, y la buena gente comentaba: "Está claro que aquí pagamos más que en ningún sitio de España". Cuando llegué a casa, leí la letra pequeña y el citado artículo narraba la historia de una persona que ganaba 100.000 euros al año y que dejaba en herencia un millón de euros, ¡ya me dirán cuántos asturianos estarán en tal circunstancia!
El domingo 7 nos sacan la historia de un ciudadano que para heredar un piso de 160.450 euros tiene que pagar 36.000; oiga, ¡pues vaya chollo pagar 36.000 por lo que vale 160.450! ¿O quería que fuese todo ganancia y no pagar nada? Cuando a mí y a todos los trabajadores nos pagan la nómina siempre nos retienen un porcentaje, por lo que no creo que deba haber diferente trato fiscal según la fuente de ingresos. De ser así, el castigado fiscal siempre sería el mismo: las rentas del trabajo, pero no las del capital (sea por herencias, donaciones, ganancias en bolsa o sociedades anónimas).
Los servicios públicos se pagan con impuestos o con el copago, si quitásemos los impuestos y pusiéramos el copago esto sí que sería un infierno para el 33 por ciento de la población, que está en riesgo de pobreza o exclusión social, puesto que en toda política económica siempre hay que perjudicar a alguien; ¿a quién perjudicamos, al 33 por ciento más bajo o al 5 por ciento más alto?
Para finalizar, espero que su periódico sea más plural en este tema, porque de lo contrario voy a dejar de comprarlo.
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