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Indígenas sin paz ni país

9 de Septiembre del 2016 - Javier Orozco Peñaranda (Gijón)

Colombia tiene 102 Pueblos indígenas de los cuales 67 están en peligro inminente de extinción por la discriminación étnica y por la usurpación violenta de nuestros territorios con la responsabilidad directa del Estado que incumple los tratados internacionales y las leyes del país.

Los gobiernos de Colombia aprendieron del invasor europeo a justificar el etnocidio. Antes mataron y esclavizaron a indios y negros. Dijeron que no éramos personas, sino animales sin alma y sin derechos. Ahora reconocen que somos gente pero nos señalan de egoístas opuestos al desarrollo porque luchamos contra la minería y contra grandes proyectos de inversión que destruyen la vida animal y las plantas que oxigenan al mundo en los sitios sagrados que cuidamos y habitamos desde hace al menos siete mil años.

Los indígenas no aceptamos que nuestra Madre Tierra sea un factor de producción. ¿Es la madre de alguno de ustedes un factor de producción? Tampoco aceptamos que ir a la guerra sea obligatorio. La guerra colombiana no la iniciamos los indios. Nos hemos negado a ser combatientes y cuando nos ha tocado guerrear lo decidimos nosotros. Apoyamos la solución negociada del conflicto armado pero nuestros pueblos no han sido consultados. Nos impusieron una guerra que aún no termina y nos están imponiendo su visión-promesa de la paz.

Las empresas multinacionales, los latifundistas, los bancos, los monopolios incluidos los de los medios de comunicación, son el verdadero Estado en Colombia. Para ellos se legisla, se montan ejércitos y escuadrones de policías y de paramilitares. Ellos son los beneficiarios de esta guerra. En la última Minga Campesina étnica y popular la policía con su habitual brutalidad asesinó a tres indios, e hirió y apresó a centenares más. ¿Por qué tanta violencia impune contra nuestros pueblos inermes? Para meternos miedo y sacarnos de los territorios que ocupan multinacionales como las que exportan carbón hacia Asturias, matando más de 3 mil indígenas wayúu de hambre y de sed. Ese carbón llega sin ruido al puerto de El Musel en Gijón y lo queman empresas y térmicas de Asturias y de León. Aquí genera desempleo para los mineros, y allá nos deja huecos gigantes, muerte masiva del pueblo indígena wayúu y un gran desastre medioambiental. ¿Quiénes ganan con esto? ¿Alguien aquí deber sentirse aludido y evitarlo?

Los indios del mundo hacemos más por enfriar al planeta que todos los Estados y los gobiernos juntos, con sus costosas y pomposas cumbres y sus grandes declaraciones. Mucha gente lo sabe pero no se mueve para ayudar a defendernos, ni para detener a las corporaciones que destruyen el planeta mientras prometen prosperidad para todos. Falso. ¿Alguien cree que los indios nos moriremos sin petroleras, ganaderos, mineras, madereras, pesqueras, químicas, eléctricas, energéticas o farmacéuticas?

Es el Estado quien ejecuta el etnocidio en Colombia. Es el gobierno que habla de paz quien entregó sin nuestro permiso a las multinacionales 29 millones de hectáreas del territorio de los pueblos indígenas al borde la extinción. ¿Lo hizo para salvarlos? Euclides es del Colectivo de Colombianos Refugiados en Asturias y es autoridad del pueblo indígena Eperara Siapira. Vivían en la selva húmeda tropical del Océano Pacífico. Hoy están desplazados en ciudades, no hablan castellano, están extinguiéndose con su idioma y su cosmovisión pues los paramilitares -durante la Semana Santa del 2001y con la complicidad del ejército nacional- les arrebataron el territorio ancestral luego de masacrar en el Alto Naya más de 120 indígenas y campesinos que cuyos cuerpos fueron torturados, troceados, arrojados a los ríos o abandonados para escarmiento general en los caminos.

A diario hay violencia contra nuestros pueblos por cuenta de la guerra que libran las guerrillas contra el narcotráfico paramilitar y la Fuerza Pública. Nosotros decidimos dedicarnos a recuperar nuestros territorios liberando a la Madre Tierra que está presa en manos de un puñado de ricos, avaros e irresponsables. Los paramilitares Aguilas Negras y Rastrojos nos amenazan para proteger a las empresas de esos señores. Este año han asesinado 34 indígenas de los pueblos Awá, Emberá Chamí, Katío, Eyabida, Eperara Siapidara, Nasa, Pijao, Wayúu, Coreguaje, Quillacinga, Wiwa, Wounaan, Zenú, Piratapuyo y Yukpa.

Los pueblos indígenas ejercemos la autonomía en forma de control territorial y nos están atacando: en mayo hubo bombardeos indiscriminados de la fuerza aérea en el Cabildo Nasa de Ondas del Cafre. En abril el ejército colombiano mató indígenas del Pueblo Emberá Katío con los bombardeos en el Resguardo Tahami del Alto Andágueda y en el Consejo Comunitario del Alto Atrato, en las cabeceras del río Capa, y en la zona del Mindo, Municipio de Lloró. Los indios Emberá de Parruguera y Aguacate están saliendo desplazados por los ríos en balsas y en canoas huyendo de los bombardeos y de los ametrallamientos contra la guerrilla del ELN. Las comunidades que resisten se quedan solas, sitiadas por la fuerza pública que debiera protegerlas pero actúa como un ejército de ocupación y no les permite salir a pescar ni a recoger alimentos.

Para nosotros, indios, la guerra está lejos de terminar. Para nosotros no hay paz, ni país, ni buenas leyes, ni justicia. Los pueblos indígenas colombianos de las selvas, la sabana y las cordilleras existimos y dejamos constancia pública en Gijón de éste etnocidio.

En el día mundial de los pueblos indígenas celebramos nuestra resistencia, ofrecemos esta lucha centenaria a la raíz común de todos los seres vivos: nuestra Madre Tierra.

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