El separatismo catalán da la nota en los Juegos Olímpicos
Ese enfermizo separatismo que incubara el corrupto y chorizo de Pujol, que amañó cuanto pudo en su largo mandato como president de la Generalitat, y luego el de Mas y sus secuaces ha tenido que enseñar su oreja sediciosa en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Al parecer, creo que fue una catalana la que obtuvo una medalla y al darla a conocer oficialmente, con otras de otros ganadores, fue suprimida la bandera nacional española y mostrada y exhibida la catalana. ¡Toma del frasco, Juliana! Se ve que en Río hay un comando separatista, un grupúsculo sedicioso, sin otra finalidad que montar el número apátrida al que aquí nos tienen acostumbrados. Y el Tancredo de la Moncloa, como siempre, mirando para otro lado. Hombre, lo que le importa a él ahora es conseguir esa investidura que todos le rechazan, porque todos son como él y van también a lo suyo. Todos, sí, de una y otra ideología, porque la Moncloa es un rico pastel que, como moscas, todos se quieren ir a él. Y el pueblo, mientras tanto, abandonado, exprimido, y miles y miles de personas no tienen ni para comer.
¿Cómo pudo ser suprimida nuestra bandera y en su lugar exhibir esa otra? ¿Qué autoridad deportiva hay en esos Juegos Olímpicos de Río? Y aquí, ¿qué autoridad tenemos? Ninguna. Tribunal Constitucional, Tribunal Supremo y demás autoridades constitucionalistas andarán de vacaciones. Bueno, y si estuvieran en sus puestos sería igual, mirarían también para otro lado, que es lo que vienen haciendo todos desde que en Cataluña el separatismo comenzó a enseñarnos sus sucios dientes, su enfermizo antiespañolismo. Y en cuanto al presidente del Gobierno en funciones, y mira que tiene... riñones, es conseguir esa investidura y que no le arrebaten el rico pastel.
Un pastel tan codiciado que su pérdida nos puede llevar a unas terceras elecciones, que sería ya el colmo, lo que nos obligaría a los ciudadanos correr a gorrazos a todos nuestros políticos hasta Estocolmo. Estamos ya de nuestra clase política y de elecciones hasta los mismísimos... Que el estimado lector complete la frase.
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