El caniche
Una vez más, las instituciones democráticas británicas han vuelto a darnos una lección de funcionamiento y de independencia. El Informe Chilcot nacido en el año 2008 y después de 7 años de minucioso trabajo, revisando 150.000 documentos oficiales y entrevistando a 150 testigos, ha reflejado en 12 volúmenes los mecanismos de la Gran Mentira para invadir Irak en el año 2003. Sus conclusiones son: Base jurídica insuficiente para la invasión por Reino Unido de Irak y manipulación de las pruebas suministradas por la inteligencia militar por el gobierno de Tony Blair.
Por su parte, los servicios secretos británicos habían advertido al primer ministro que invadir Irak podría fortalecer a Al Qaeda, y que ello supondría una amenaza para Reino Unido.
El informe muestra también el papel secundario del ex presidente del Gobierno español José María Aznar y señala que pactó con Blair una estrategia de comunicación para engañar a la opinión pública sobre las inexistentes armas de destrucción masiva que supuestamente poseía Saddam Hussein.
En enero de 2003 Blair sabía que EE UU había decidido ir a la guerra contra Saddam Hussein. El primer ministro, según la investigación, trató de convencer sin éxito a Bush de la conveniencia de contar con una autorización del Consejo de Seguridad de la ONU. A pesar de no lograr convencerlo, Blair decidió ir a la guerra socavando la autoridad del Consejo de Seguridad. Estaré contigo, pase lo que pase, le escribió en julio de 2002 a Bush, en una nota privada que consta en el informe.
Tanto Bush como Blair han reconocido, a su manera, la responsabilidad de los hechos. Tanto el Partido Republicano en los Estados Unidos como el Laborista en Gran Bretaña han condenado dichas actuaciones, es más, en El Reino Unido, fue el mismo Gordon Braun, sucesor de Blair y miembro del Partido Laborista, quien ordenó la apertura de las investigaciones.
Mientras tanto, en la Spain is different, Aznar y su partido no han dicho esta boca es mía. Aznar prefiere seguir jugando al papel de fiel caniche que representó en aquellos hechos vergonzosos. Como todo ser acomplejado por su nimiedad, por su vacuidad intelectual se conformaba con que el peor presidente de los Estados de Unidos de América le permitiera poner los pies sobre la mesa en su rancho de Texas, hablar en mexicano y sobre todo (orgasmo extra) que Bush le pusiera la mano en el hombro, en la ya tristemente famosa foto del trío de las Azores.
El perrito faldero, el caniche de Bush, tuvo sus momentos de gloria, buscaba entrar en la historia sin ser consciente que en la Historia entran los grandes hombres, no los eunucos intelectuales. Estos últimos se caracterizan por ir por la vida levitando, mirando a la gente por encima del hombro y diciendo sandeces, pensando, en su sublime ignorancia, que aportan valor al discurso político. No sé quién es más patético, si el caniche o quienes le escuchan y dan valor a su vacuidad, lo que sí me produce es una profunda tristeza al pensar que éste hombre ha gobernado España durante ocho años.
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