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Desde el corazón (HUCA)

15 de Agosto del 2016 - Andrés Coca Pelaz (Oviedo)

Soy un médico que recientemente ha tenido que dejar la bata para ponerse el pijama de paciente. Cambia mucho todo, visto desde el otro lado. Lo cambia todo. No creo que nunca vuelva a ser la misma persona después de esto. Miraré la vida con los mismos ojos que antes, pero no veré lo mismo. Es un golpe fuerte enfrentarte a una operación importante estando "sano”, pero la increíble gente que trabaja en el HUCA es un parachoques inimaginable. Que te demuestre tanto cariño gente que ves a diario es algo que nunca olvidaré y que no quiero olvidar. Las visitas, las sonrisas, las caricias, los mensajes, las miradas... tienen un poder de curación inimaginable.

En primer lugar, quiero dar las gracias a todo el área de gestión clínica del corazón; al servicio de cardiología y, en concreto, a mi amigo el doctor José Manuel García Ruiz: sabía que eras extraordinario, pero nunca llegué a imaginar cuánto. Estoy en deuda contigo. Al servicio de cirugía cardiaca y, en especial, al doctor Rubén Álvarez Cabo. Como cirujano que soy, siempre he pensado que hay tres tipos de ellos: 1) los normales; 2) los buenos, con grandes conocimientos, y 3) los que tienen una habilidad especial para la cirugía, que les hace ser excepcionales en su trabajo. Me has dejado muy claro que perteneces a este último grupo. Ha sido un honor ponerme en tus manos.

Gracias a todo el personal de quirófano por sus sonrisas al recibirme, y en especial al doctor Félix Fernández, por su disposición, por hacer sencilla la anestesia y por el enorme trato humano que dispensa: lo había oído, pero vivirlo es diferente. Gracias a todo el personal de la UVI 1 por la calidez de sus cuidados y por hacer simple un momento difícil. Gracias a todo el personal de la planta 1A, por las facilidades, por el cariño y por su exquisito funcionamiento.

Gracias a toda mi familia (carnal y política), por el amor que dispensan. A mi mujer y mis hijos, por ser la gasolina inagotable de este corazón. Lo hice por vosotros y lo haría mil veces. Gracias por cuidarme.

Por último, quiero dedicar estas últimas líneas a todos mis amigos, que se han preocupado por mí: visitas, mensajes, pensamientos... Os quiero. Siempre he intentado ser buena persona, pero vosotros sois mejores, sois una enorme parte de mi vida y siempre lo habéis sido de mi corazón. Gracias por conseguir que, con pequeños detalles, cicatricen las heridas más profundas. Os quiero dedicar algo que leí hace tiempo y que expresa a la perfección lo que siento por todos vosotros:

"Tal vez –pensó– no existen los buenos y los malos amigos; tal vez sólo hay amigos, gente que nos apoya cuando sufrimos y que nos ayuda a no sentirnos tan solos. Tal vez siempre vale la pena sentir miedo por ellos y esperanzas, y vivir por ellos. Tal vez también valga la pena morir por ellos, si así debe ser. No hay buenos amigos ni malos amigos, sólo personas con las que uno quiere estar, necesita estar; gente que ha construido su casa en nuestro corazón". IT. Stephen King.

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