La importancia de lo importante es lo que importa
Se ha inoculado en la opinión pública con la inestimable ayuda de los medios de difusión que lo peor de lo peor que puede suceder es apelar a unas terceras elecciones. ¿Cabe otro estilo de pensamiento? ¿Es obligatorio opinar así para no ser un mal español?
El presidente del gobierno en funciones, ese relámpago, esa luminaria del pensamiento occidental, ese cumulonimbo de energía nuclear, después de darnos la turra durante semanas al respecto, sumado a las voces de sus correligionarios y señalando inequívocamente al otro gran partido burgués como culpable de todo mal, ahora que lo de Venezuela está amortizado, ha terminado por recibir una oferta razonable del partido se su marca blanca. ¿Y qué ha hecho el caballero dada la trascendental prioridad del entuerto del desgobierno? Pues va el tío y se va de puente, con un par.
Pero no acaba ahí la cosa. A la vuelta, y tras permitirnos ver su envidiable braceo al acometer las caminatas estivales, se reúne con su equipo de élite y tras una sesuda junta comunica al personal que le han dado luz verde para ver si acepta las condiciones declaradas. ¿Pero es que esta gente no tiene guasap? La pasmosa velocidad antediluviana a la que son capaces de moverse delata la realidad: para estos la tragedia de no tener gobierno es una molestia menor, la de sus expectativas personales para ver de qué manera pillan cacho. Así de claro, simple y contundente.
Pero que mientan entra dentro de lo razonable, es parte de la profesión política y aún más en el PP, ya que es una de sus inconfundibles señas de identidad. A mi lo que me joroba es que traten a la gente como idiotas. El discurso de los políticos en este país parece dirigido a deficientes, de eso no cabe duda. Yo no sé a los votantes de ese partido, pero yo no tengo reducidas por el momento mis capacidades cognitivas, soy capaz de reflexionar, evaluar y establecer criterios en un orden priorizado, aunque me equivoque, lo que entra en las cualidades humanas.
De manera que ser tratado como un gil me molesta, particularmente por gente a la que tengo por simple, mediocre y rancia. Por mi pueden irse todos de puente, para siempre, se aceptan postales que muestren que andan lejos y con ningunas ganas de regresar. He dicho.
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