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Soldados sin misión

9 de Septiembre del 2016 - Federico Carcedo Herrero (langreo)

Hoy he visto el vídeo del niño Omran tras ser bombardeado en Alepo. Tras verlo me vino a la memoria la fotografía del niño muerto en las costas de Grecia y he sentido nuevamente la rabia e impotencia que sentí entonces y que he sentido en repetidas ocasiones en los últimos años.

Tenemos ante nosotros guerras y conflictos que hacen sufrir a cientos de miles de personas y la opinión pública de este país y Europa ni se inmuta. Hace ya cinco años que la guerra de Siria comenzó y no hemos hecho nada. Nos acomodamos en nuestro sofá mientras vemos cómo uno y otro bandos hacen sufrir a los civiles, y sólo cuando, ¡oh, sorpresa, quién lo hubiera imaginado!, los refugiados de guerra empiezan a huir hacia nuestras fronteras es cuando descubrimos que este problema nos influye.

Sin embargo, ¿cómo lo solucionamos? Vendiendo a los refugiados a Turquía y encima ponemos una cláusula a la compraventa: "Estimado Gobierno turco, recuerde que debe tratar a los refugiados humanitariamente"... Y todo el mundo contento.

Tal es mi asombro al comprobar que todo el mundo traga con tamaña perrería, que ya hace tiempo que pienso que el personal, simplemente, está deshumanizado. Las noticias vienen y van y nos afectan el tiempo que se tarda en cazar un Pokemón o hasta que Messi se cambie de peinado. Tal es la deshumanización de nuestra sociedad, que 500 víctimas en un atentado en Irak nos producen, en el mejor de los casos, una sensación de malestar pasajera. Sin embargo, un atentado con 15 víctimas en París se mantiene en los periódicos durante días y todos nos escandalizamos. Hemos creado una escala de personas, donde damos mayor valor a la vida en función de dónde se pierda ésta.

Los problemas no se solucionan por mirar a otro lado. Persisten y acaban afectándonos de alguna forma o afectando a mucha más gente en mayor medida.

Hitler invadió Francia, desatando la Segunda Guerra Mundial, porque nadie hizo nada cuando entro en Polonia; Europa se desangró en los noventa porque nadie hizo nada hasta que fue demasiado tarde en la guerra de los Balcanes; Boko Haram mantiene secuestradas a 276 niñas desde hace 2 años porque nadie ha ido a rescatarlas, y, por supuesto, Aylam Kurdi y Omran, niños de 3 y 4 años, han sufrido las consecuencias de la guerra porque no hacemos nada. Dejemos las asambleas, cumbres y reuniones de alto nivel. Basta de retórica pacifista y de soluciones idealistas y fantásticas. Todo el que tiene algo de conocimiento lo sabe. La guerra en Siria sólo se detendrá con fuerzas de combate sobre el terreno.

Mandamos aviones a bombardear selectivamente porque ninguna nación europea se atreve a poner un soldado de infantería sobre el terreno. Los políticos descubrieron en Irak y Afganistán que la guerra mata y que cuando se combate, por muchos medios que uno disponga, las bajas son inevitables. Y eso en nuestro país y en Europa es inadmisible.

Aun dentro del pobre, mal equipado y anquilosado Ejército español existe una fuerza operativa real de 10.000 efectivos, con alta formacion y dispuestos para el combate. Europa dispone de unas quince potencias con capacidad igual o superior a dicha cifra. Haciendo una suma rápida y sólo utilizando el 50 por ciento de esos efectivos, se puede disponer de una fuerza de más de 75.000 soldados. Eso, sin contar con los americanos, que igualarían dicha cifra sin mucho esfuerzo.

¿Cuánto duraría la guerra en Siria con dicha fuerza sobre el terreno?... Pues semanas.

Proteger a esos niños y sus familias es nuestro deber, aunque estén en un desierto a 5.000 kilómetros de nuestras fronteras. Y si hay que combatir por ello, aun a riesgo de vidas, combatamos.

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