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Las raíces, los ritos y los mitos: la Piedra de los Soles y el fin del mundo

23 de Noviembre del 2009 - Manuel de Cimadevilla

Ahora que una espectacular película acaba de poner de nuevo de actualidad las predicciones de las antiguas culturas –más civilizadas que las nuestras de aquel siglo XV– sobre el fin del mundo, hay que recordar lo que los aztecas dejaron escrito en una piedra hace más de seis siglos, ya que pueden ser coincidentes con las predicciones de los mayas. De sus jeroglíficos debiéramos aprender para reflexionar sobre el futuro que nos espera y que es, por supuesto, más trascendental que el famoso cambio climático que empezó antes de que el hombre existiera.

Subtítulo: El monumento mexicano refleja una metódica concepción del mundo con la historia del Universo y sus catástrofes

Destacado:Todavía nos falta un sol por estrellarse contra la tierra; que nos conste a los efectos oportunos

La Piedra de los Soles –también conocida como el Calendario Azteca– es el monumento fundamental del Museo Nacional de Antropología e Historia de la Ciudad de México, dado que es considerada como una Biblia en piedra. Se trata de un monolito de veinticinco toneladas que mide más de tres metros y medio de diámetro. Se cree que fue construido en el siglo XV, en los tiempos de Axayácatil, rey de los aztecas. Fue espejo del cielo, aunque también sirvió como altar sagrado para sacrificios instalado originariamente en posición horizontal, tal como si fuese un humano. En el año 1521 fue derrumbado por los «conquistadores» españoles y tres décadas después el arzobispo fraile Alonso de Montúfar ordenó que fuese sepultado bajo tierra. Fue descubierto de nuevo en 1790, bajo el «zócalo» de la Ciudad de México y allí permaneció a la intemperie durante más de un siglo, hasta que la trasladaron al edificio posterior del Palacio Nacional, en donde se convirtió en una de las piezas fundamentales en los orígenes del museo.

La Piedra de los Soles refleja una metódica concepción del mundo con la historia del Universo y sus catástrofes. La Piedra de los Soles muestra los movimientos de los astros –el Sol, la Luna y el planeta Venus– de acuerdo con las observaciones realizadas por las culturas prehispanas. En el Calendario Azteca se cuenta la historia de los cinco soles o cinco civilizaciones formando una cadena de agua, viento, fuego y tierra. O sea, que todavía nos falta un sol por estrellarse contra la Tierra. Que nos conste a los efectos oportunos.

El primer sol fue apagado por el agua, y el símbolo del diluvio se encuentra en el aspa inferior derecha. El segundo sol fue destruido por el viento, y el jeroglífico de las glaciaciones se localiza en el aspa superior izquierda. El tercer sol fue aniquilado por el fuego, y las erupciones volcánicas se hallan en el aspa inferior izquierda. El cuarto sol fue borrado de la tierra por el propio hombre incapaz de controlar su desarrollo. ¿Quizás a causa de la energía nuclear? Y el quinto sol nació en Teotihuacan para alumbrar el nacimiento de un nuevo imperio. En el Calendario Azteca se advierte que vivimos todavía bajo su luz, pero que también morirá algún día. Las interpretaciones realizadas por el historiador mexicano José Herrera Peña concluyen en que la creación del mundo y del hombre no tuvo ni para los aztecas, ni para los pueblos que les precedieron, el sentido de lo acabado, ya que no se hizo de una sola vez.

El orden de los cuatro soles y su significado fue registrado en un documento indígena que recoge las crónicas más viejas. Ese códice se encuentra actualmente en los archivos secretos del Vaticano. Es significativo que cuatro es el número que cuadra y que, de alguna manera, significa la totalidad y el cierre de la llamada cuadratura del círculo.

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