Hasta el hastío
Ahítos estamos una inmensa mayoría de españoles por la penosa imagen que nuestra pléyade política está ofreciendo dentro y fuera de nuestras fronteras, haciendo el más espantoso ridículo ante propios y extraños en una oleada sin fin de despropósitos que nos están convirtiendo en un país de pandereta. Amén de todos los problemas que nos están planteando las autonomías, que no son pocos, la carencia de un Gobierno central que aborde los abundantes temas pendientes que tenemos como nación, así como los que se derivan de nuestra pertenencia a la UE, nos está llevando a una situación límite. Que después de ocho meses, con dos elecciones generales por el medio, aquellos a los que, de mejor o peor agrado, hemos elegido para dirigir los destinos de nuestra patria no hayan sido capaces de ponerse de acuerdo para conformar un Ejecutivo que ponga en marcha el país es como para ponerse a mear y no echar gota. No es de recibo y, por ende, no se puede aceptar que por puro egoísmo, atendiendo exclusivamente a espurios intereses personales, dejando a un lado al partido al que representan, y demostrando de forma clarividente que los intereses de España y sus ciudadanos les importan una higa, se continúe bloqueando la posibilidad de conformar un Gobierno estable y se mantenga "sine die" una incertidumbre que nos está perjudicando de forma grave a todos.
Si bien es cierto el hecho de que los resultados electorales no han contribuido precisamente a facilitar ni clarificar las cosas, también lo es el que la ausencia de mayorías absolutas obligará a un amplio consenso entre partidos que lógicamente tendrá que conducir a una acción de gobierno más controlada y, como consecuencia, a que los necesarios cambios legislativos que se tengan que abordar tengan el apoyo de un mayor espectro político y puedan trascender más allá de una legislatura. Como lo que es bueno para el cuerpo es malo para el alma y viceversa, no podemos valorar a priori cuál de las dos situaciones sería la mejor, aunque sí está claro que si contásemos con políticos con mayúscula, con verdadero sentido de Estado, que, por desgracia, no es el caso, yo me apuntaría, sin ninguna duda, a la segunda.
Si el intento de investidura que llevará a cabo el señor Rajoy, el único que teóricamente tiene posibilidades reales de formar Gobierno, cuyo primer acto está previsto para el próximo 30 de agosto, se convierte en un nuevo fracaso, el asunto llevará el camino de convertirse en el disparate nacional y convertiría al PSOE, como principal partido de la oposición, en una mera caricatura, descalificando de facto, si es que no lo está ya, a su secretario general para continuar al frente de una organización política que, hasta la fecha, ha dado importantes servicios a España. De confirmarse el peor de los augurios y tener que recurrir a unas terceras elecciones el día de Navidad, amén de que no debería repetir ninguno de los líderes que fracasaron en las anteriores, me temo que Papá Noel traerá toneladas de carbón en forma de abstenciones, junto con el hastío de todos los españoles.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo