Hunosa
Una vez más, en las páginas de nuestro periódico LA NUEVA ESPAÑA, vuelve a surgir el nombre del señor Villa. Esta vez el motivo son las sospechosas causas de su accidente, por el cual lleva retirado desde 1985, cobrando una bonita pensión; claro está, y como todos sabemos, no serán los 500 euros de una viuda de la minería asturiana, sino sólo unos 2.800 euros, para ir tirando, el pobre, con los millones que heredó de la pequeña tienda que tenía su familia en el pueblo de Tuilla.
Todo esto a mi persona ya no me sorprende nada de nada, sólo me desagrada una vez más la desidia de las personas y ahora desde la dirección de Hunosa. La presidenta, la señora Mallada, nos dice que colaborará con cualquier investigación que se realice. ¿Colaborar? Yo, la verdad, si llega a mis oídos que una persona relacionada con la empresa que yo dirijo ha cometido ese delito, pues es un delito, yo personalmente abriría las investigaciones pertinentes para intentar aclarar dicho suceso, pues, por lo poco que yo sé, estarían relacionados los compañeros que le acompañaban aquel día en el pozo Candín, estarían relacionados también el vigilante y el ingeniero del pozo en esa fecha y, cómo no, el médico del botiquín del pozo. O sea, señora presidenta de Hunosa, creo que, en mi opinión, tiene usted motivos suficientes para abrir las investigaciones pertinentes, pues dentro de la empresa que usted dirige se han cometido varios delitos.
Ahora seamos sinceros, ¿hay alguien, alguna persona que sea sincera consigo misma y con el resto de las personas que crea de verdad que esto se va a aclarar? ¿Y le van a culpar de algo o quitarle la pensión que cobra indebidamente? No, lo mismo que por el proceso que ya está enjuiciado irán pasando los días y se irá apagando todo, pues todos sabemos que si el señor Villa hablase, rodarían muchas cabezas muy conocidas de sindicatos y, sobre todo, de políticos de nuestra hermosa región y de algunos de España. Entonces, no nos enfademos, pensemos que, una vez más, nos vuelven a engañar y encima se ríen de nosotros por considerarnos tontos.
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