Cultura general
Hoy las redes del entretenimiento difunden parcelitas de "cultura". Nunca supimos en puridad lo que era esto, pero intuíamos que guardaba relación con un anhelo de trascendencia; una búsqueda de lo mejor y más noble de la persona, un autocultivo integral de la sensibilidad e inteligencia que nos hiciera más universales, tomando partido por lo más cercano. Bajo la espada de Damocles, amenazando siempre con tildarnos de "exquisitos petimetres pedantescos" o idealistas fuera de una realidad más que prosaica, adocenada; explotadora comercialmente de todo lo facilón, hortera y agresivamente ubicuo. La cultura era la luz, el "Bildung" goethiano, la formación del carácter no exenta nunca de un romanticismo de corte Stendhaliano o Byroniano, una sentimentalidad libresca algo viajada, ubérrima en representaciones de todos los mundos que en éste habitan. Una espiritualidad un tanto alternativa a credos oficiales y mandatos masivos, "progre" no desnaturalizada. Venidos de ambientes de esfuerzos y trabajos, la cultura se aparecía como diosa de las
oportunidades, pórtico de un nuevo mundo mucho más grato y embellecedor. Se puede caer en la "sublime ridiculez", pero creo que hoy han triunfado plenamente los aspectos de usar y tirar del "hombre unidimensional" que denunciara un tal Marcuse, siendo lo universal adulterado por versiones reduccionistas muy identitarias, segmentos de consumidores o visiones feministas holísticas que claman justamente contra las barbaries ejercidas y situaciones de dominación, pero que derivan en extremismos de nichos de poder grupal a la defensiva. Son los principios del Patrimonio de la UNESCO los que nos unen a todas y todos, si es que nos interesan la belleza, el diálogo intercultural, las artes, los monumentos, las conquistas del intelecto y la sensibilidad por encima de toda barrera o frontera. Frente al feísmo, el comercialismo desaforado, la crítica demoledora y el insularismo o las subculturas, siempre nos quedará el cultivo personal, el deleite estético clásico, la identificación de la lectura con la libertad más allá de una realidad de trampantojos; las sendas cada vez menos transitadas del no seguimiento ciego de modas, consignas ideológicas o productos ofensivos de ínfima calidad. Porque se trataba de intentar hacernos mejores. La cultura siempre es síntesis de temática popular y elaboración costosa. Tampoco teñida de pesadez o hierática solemnidad fantasmal, puede y debe ser democrática, abridora de nuevos horizontes.
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