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Las gasolineras sin personal

1 de Septiembre del 2016 - Jesús Suárez Pérez (Nava)

Más allá de la acepción con que la R.A.E. define la palabra chiringuito, con relativa frecuencia, en la jerigonza política, se alude por medio de ese término, bien por convencimiento o bien como elemento con el que zaherir al partido rival, a algunos organismos públicos cuya razón de ser, a juicio de quienes así los denominan, no está plenamente justificada por no resultar eficaces para satisfacer el fin para el que fueron creados, de tal manera que, supuestamente, y en base al juicio de los mismos, su fin último no va más allá de servir como órgano de colocación de correligionarios a los que agradecer ciertos servicios prestados o a los que no se encuentra acomodo mejor.

Tómeseme como incauto, pero mi convencimiento es que, más allá de la sobreactuación que necesariamente lleva aparejada la habitual diatriba política, la existencia de chiringuitos, según esa nueva acepción, no es real, al menos no en los muy exagerados términos con los que se pretende denunciar su existencia. Pero alguno hay, claro que hay. Y a alguno voy a referirme. Y lo haré con conocimiento de causa porque sufrí en carne propia alguno de sus desatinos que quizás no venga a cuento comentar (o sí).

En días recientemente pasados, los medios de comunicación autonómicos se hacían eco de un informe emitido por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) oponiéndose a una iniciativa que el Gobierno asturiano pretende poner en marcha a fin de impedir el establecimiento en el Principado de gasolineras automáticas, aquellas que no cuentan con empleados con los que atender a sus clientes, argumentando, para justificar su esperpéntica oposición, la sacrosanta defensa del consumidor que el organismo tiene encomendada en base a que, con este tipo de estaciones de servicio, se producirá un aumento de la competencia y, por tanto, una caída de los precios de los combustibles, que, a juicio de la patronal de las gasolineras automáticas, encantada, como no, con el informe de la CNMC, podría estimarse en unos 15 céntimos por litro. Y ese es todo el argumento. Y si ese es todo el argumento, y lo único que prima es la competencia y la bajada del precio, ¿por qué no se permite la distribución y venta de dentaduras postizas de segunda o cuarta mano en puestos callejeros o de chicharros pescados en Pentecostés de 1927, o de latas conserva de puerros caducadas durante la desamortización de Mendizábal?, ¿no podría suponer ello una bajada de los precios de las prótesis dentales, de los chicharros y de los puerros? Estúdienlo. Porque nada se habla, como acertadamente denuncian algunos partidos políticos y sindicatos, de la merma en la calidad de atención a los clientes mayores y discapacitados que ello supondría, nada se habla sobre la pérdida de empleo que la proliferación de esas estaciones llevaría aparejada, como tampoco nada se dice de la seguridad que a todas luces se vería comprometida, ya que, de no ser así, todas las alertas que desde tiempo inmemorial llevamos viendo en las gasolineras en pos de nuestra seguridad (apague el motor y las luces de su vehículo cuando reposte, no utilice el teléfono móvil durante el repostaje...), ¿eran pura falacia?, ¿es posible que todas las gasolineras del país se hubieran confabulado para tomarnos el tupé durante tanto tiempo y de manera tan inmisericorde puesto que esas medidas de seguridad no eran en realidad necesarias sino tan solo producto de una broma de mal gusto?, porque si eran, en efecto, necesarias, ¿quién se encargará, en esas gasolineras sin personal, de advertir a aquellos que de manera negligente o con motivo de un olvido no apaguen las luces o el motor de su vehículo o a quienes utilicen el teléfono móvil durante el repostaje?, ¿no se pone en riesgo con ello la seguridad?, ¿o antes sí se ponía en riesgo y ahora, en base a un extraño sortilegio o inconfesable bebedizo, no?, ¿dónde está la cámara oculta? Y lo vodevilesco del asunto es que la CNMC, además de pretender boicotear con su oposición la iniciativa del Gobierno asturiano, argumenta que todo ello se hace ¡¡para velar por nuestro interés y nuestro beneficio!! ¿Pero quién les ha dicho a estos auténticos fenómenos que estamos dispuestos a que todo eso (seguridad, puestos de trabajo, atención adecuada) sea puesto en riesgo por un ahorro de 15 céntimos por litro?, ¿le han preguntado a alguien o para oponerse a esa iniciativa han experimentado una especie de revelación divina que los ha llevado al paroxismo protector? ¿y si se diera el caso de que estuviéramos dispuestos a pagar esos 15 céntimos por litro con el fin de no destruir puestos de trabajo, de mantener nuestra seguridad y que nuestros mayores y discapacitados fueran adecuadamente atendidos?, ¿nos han preguntado?, ¿se lo han preguntado, cabecitas? Y sin llegar a tanto, ¿y si simplemente se diera el caso de que estuviéramos dispuestos a pagar esos 15 céntimos con el loable fin de que al repostar en Tineo, en Lugones o en La Foz de Morcín, no nos dure el pestazo a gasoil en las manos hasta que llegamos a Guarromán (Jaén) a comprar unos hojaldres?, ¿han contemplado algo de ello, cabecitas pensantes y garantes del bien ajeno? A buen seguro que no. En realidad resulta notorio que ustedes, pensar, poco. Muy poco.

Por mi parte, y si de algo sirviera, solo recomendaría a los Sres. y Sras., todos y todas auténticas lumbreras como resulta obvio deducir, que forman parte de ese Organismo, que antes de emitir pintorescos y extravagantes informes y de velar por nuestros intereses (¡¡no lo hagan, por favor!!), sería recomendable ocuparan su tiempo en actividades más inocuas, como apoyar de manera desmayada sus apolíneas y gráciles figuras respectivas en alguna valla circundante de obra pública y practicar allí el muy noble deporte de criticar con saña aspectos relacionados con su ejecución y el tiempo invertido en la misma, acompañando los comentarios realizados a los compañeros de punto de apoyo por una gestualidad displicente como resulta obligado en tales casos.

Ah, y para terminar, no estaría de más que amenizaran su página web insertando en ella la melodía de una archiconocida canción debida al inmarcesible genio de un prolífico cantautor galo afincado en España que cosechó en el pasado clamorosos éxitos en el panorama musical patrio. Quizás así estén más cerca de alcanzar la excelencia entre los chiringuitos. Con eso, unos refrescos de cola, unas cañas, calamares, espetos (para dar un toque sureño) y oricios, niquelao. Os lo digo yo. Soy un ex Director Gerente del ERA (¿recordáis, luminarias, prodigios adelantados a vuestro tiempo?), y os conozco, bacalaos. Sé la leche que dais.

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