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Un grito de Socorro desde el Hospital Valle del Nalón

1 de Septiembre del 2016 - Raquel Pablos Carrión (Blimea)

Después de pensar cómo titular el escrito y barajar varios títulos ("El desastre de la sanidad pública", "El descontrol del Hospital Valle del Nalón", etcétera), me decidí por el que arriba suscribo y creo que al final del escrito se entenderá perfectamente.

El calvario comenzó el 4 de agosto de 2016, cuando aquejada de unos dolores como nunca en su vida sintió, sin poder estar sentada, sin poder caminar y sin ningún calmante que la aliviase, mi madre tuvo que ingresar por urgencias en el Hospital Valle del Nalón. En principio, todo parecía que iba a funcionar correctamente. Se nos explica que lo primero que harán será buscar una medicación que calme el dolor y una vez controlado el dolor se procederá a realizar las pruebas necesarias para tener un diagnóstico y comenzar con el tratamiento o los procesos necesarios para la cura.

Una vez que parecía que los calmantes intravenosos que le aplicaban iban haciendo efecto, decidieron hacer una resonancia el día 8 de agosto, para poder tener un diagnóstico y pasar de calmantes a un tratamiento de cura. Para esa fecha, mi madre, aunque con menos dolor, seguía con dolor intenso, sin poder caminar y sólo pudiendo estar tumbada en una misma postura en la cama, sin apenas moverse. Pues bien, en el Hospital decidieron bajarla a la resonancia, la obligaron a ponerse de pie e intentar caminar (cosa que ya no pudo hacer, además de incrementar el dolor en el mismo momento en que entre dos personas la levantaron de la cama) y la tumbaron en la mesa de resonancias. Este proceso duró apenas unos minutos porque los dolores no le permitieron seguir, y lo avanzado con los calmantes los días de atrás se deshizo, y a volver a empezar y a subir la dosis de calmantes. Si yo, que no soy experta en medicina, ni mucho menos, puedo ver que a una persona en esa situación no la puedes levantar y tumbar, y esperar que aguante, ¿unos profesionales no lo sabían antes de hacerla pasar por ese trago? Al parecer, no. Al no poder hacer la resonancia, se nos informa que se pedirá una con sedación al Hospital de Jove. Después de un par de días (y de intentar agilizar este proceso desde atención al paciente), se nos dice que Jove rechaza la petición y que se pide al HUCA; a pesar de querer agilizar por todos los medios el proceso, ya que sin resonancia no hay diagnóstico y sin diagnóstico no hay tratamiento, no hay manera de acelerar nada, ya que, al parecer, no hay personal suficiente para realizar la sedación por ser el mes de agosto y en agosto no hay anestesistas suficientes.

Finalmente, con mucha medicación y calmantes en el cuerpo, se le vuelve hacer la resonancia el día 17 de agosto de 2016 en el Hospital Valle del Nalón, esta vez con mucha más profesionalidad, pasándola de su cama a una colchoneta con mucho cuidado, sin intentar levantarla y con medicación relajante; así se consigue hacer la resonancia. Y mientras, yo me pregunto: si esto se podía hacer, ¿por qué no lo hicieron así desde el principio, nos evitaron la espera y, lo que es más importe, le evitaron los dolores que le causaron? Por supuesto, no hubo respuesta.

Pero el calvario no acaba aquí, porque después de informarnos durante tres días seguidos de que la resonancia estaba hecha, que era un problema de espalda y que ahora dependía de la unidad del dolor para el tratamiento, al cuarto día nos dicen que la resonancia no está clara, que se va pedir otra a Jove con mejor definición y contraste, y que no se hará nada hasta tener los resultados. Otra vez con el corazón en un puño, con los ánimos por los suelos y con una persona tumbada en una cama sin poder moverse durante más de 20 días. Volvemos a picar en todas las puertas, pasando por gerencia y dirección médica, llamando a Jove. Finalmente, hicieron la resonancia el día 24 de agosto de 2016. Hubo que esperar al día 26 de agosto de 2016 por los resultados, resultados que desde traumatología nos decían que tardarían en llegar, y que al llamar a atención al paciente el día 26 a las 9 de la mañana me confirmaron que ya tenían ahí. (Al parecer, al servicio médico le llega más tarde, porque yo tenía el informe con el resultado en mi mano antes que la persona de traumatología que atendió ese día a mi madre y que le dijo a las 11.30 de la mañana que no habían llegado los resultados; desde luego, poco más tengo que añadir sobre el interés en el paciente).

Y si alguien piensa que esto acaba ahí se equivoca, porque ahora volvemos a tener que esperar por la unidad del dolor, que, al parecer, son los responsables ahora de valorar y poner un tratamiento (porque, aunque parezca imposible, casi un mes después del ingreso, sigue sin tratamiento para curar la dolencia, sólo calmantes intravenosos para paliar el dolor). Y a pesar de volver a picar en todas las puertas, la respuesta del Hospital es la misma, que no tienen personal suficiente en la unidad del dolor y que hay que esperar.

Por eso, desde aquí, sólo quiero denunciar (como último camino que me queda por andar), por si alguien pudiera poner fin a todo este desorden en un centro hospitalario donde reina el descontrol y por el trato poco humano que algunos pacientes reciben en el Hospital Valle del Nalón por parte de alguno de sus médicos, y con una gerencia, desde mi punto de vista, muy poco implicada humana y personalmente en su Hospital. Un Hospital que se escuda en la falta de personal para tener a una persona durante un mes (y de seguir así, más) sin un tratamiento para curar una dolencia que ya se tardó demasiado en diagnosticar, y que ya, a día de hoy, le está suponiendo otro tipo de complicaciones.

De igual modo, debo decir que el personal de enfermería de planta sí se ha implicado mucho en el trato con el paciente, y es muy posible que gracias a ellas/os mi madre, Socorro, pueda aguantar mejor este calvario del día a día que le ha tocado vivir y al que parece que los responsables de ponerle fin no quieren hacerlo.

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