Ostia y Hostia

3 de Septiembre del 2016 - Ángel García Prieto (Oviedo)

En el lenguaje coloquial se ha creado un conflicto de malsonancia, irreverencia e incluso, para el que quiera llevar la cuestión al extremo, de blasfemia con una palabra que, en realidad, es el mismo sonido de al menos cuatro términos distintos en la escritura, que al ser hablados no se distinguen. Son: ostia (con minúscula), Ostia (con mayúscula), hostia (con minúscula) y Hostia (con mayúscula).

Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua "ostia" es el nombre que también se le puede dar a una ostra, es decir, un molusco bivalvo marino, comestible y muy cotizado. Aunque es una palabra poco usada, "ostia" suena exactamente igual que las otras tres, son palabras llamadas "homófonas".

"Ostia", con mayúscula, es el nombre de una población satélite de Roma donde está su puerto marítimo, cuyo nombre oficial es "Ostia Lido", aunque todo el mundo diga simplemente "Ostia". Y proviene del nombre de la multisecular ciudad de los romanos "Ostia Antiqua".

Sobre "hostia", como sustantivo, el Diccionario de la Real Academia de la Lengua en su primera acepción dice: "Hoja redonda y delgada de pan ácimo, que se consagra en la misa y con la que se comulga". O, en su segunda acepción: "Cosa que se ofrece en sacrificio". Por fin, en su tercera acepción, como "malsonante": "Golpe, trastazo, bofetada". Otras acepciones no sustantivas y también consideradas como "malsonantes" son las de esta palabra como adverbio o adjetivo, que significan "mala hostia = mala intención", "a toda hostia = a toda velocidad". Y como interjecciones, también malsonantes, son cuando "denotan sorpresa, asombro, admiración, etcétera".

Hostia, con mayúscula, es, para los creyentes cristianos, la hostia o "forma" (también denominada así de modo habitual en el lenguaje de la Iglesia católica) después de ser consagrada en la misa, pues se convierte, de una manera inefable, misteriosa y milagrosa, en el cuerpo, sangre, alma y divinidad de Jesucristo. y por eso se pone con mayúscula, porque se debe entender que es Él mismo.

Para aclarar –o complicar, según se mire–, el "Diccionario de frases y dichos populares", de Pancracio Celdrán, dice: "Ostia: dar una. Se llamó ostia, plural latino de puerta (ostium) al portazo, en alusión a los golpes que daban los porteros u ostiarii, cerrando la puerta en las narices de quien quisiera colarse o entrar sin haber sido invitado. Asimismo, en latín, se llamaba ostiarium al impuesto sobre el número de puertas que tuviera la casa: a más puertas u ostias, más impuestos. En un pasaje de Plauto alguien pegó una paliza a un esclavo dando 'tumbosostiatim', esto es, de puerta en puerta, de donde se dijo 'a ostias', sin relación con el uso religioso de la palabra".

De modo que, teniendo en cuenta esta etimología y la variedad de las cuatro palabras distintas que suenan igual, en el uso del vocablo malsonante no hay por qué suponer la mala voluntad de maltratar un concepto o un término religioso. Por otra parte, los usuarios de estas expresiones "malsonantes" podrían tratar de usarlas lo menos posible, sobre todo si pueden suponer que en determinadas personas o ambientes pueden no caer bien a los que las oyen.

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