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Raciocinación religiosa

5 de Septiembre del 2016 - Carlos Muñiz Cueto (Gijón)

La raciocinación es algo importante en la historia de la Humanidad. Cuando los Vedas, primitivos libros religiosos de la India de hace más de 3000 años, fueron traducidos al alemán en el siglo XIX, infirieron una ciencia nueva a través de la mente de Sigmund Freud: la psicología para el estudio de la psique.

Existe una falsedad funcionando con premisas de religión. Proclamada por republicanos, escribas y fariseos, se concluye como actitud religiosa en unos y laicidad en otros, pero sus premisas son siempre el desprecio y el deseo de excluir y extinguir lo extraño. Sus creyentes ven anormal al extraño, y no se dan cuenta que excluir y extinguir es un principio nada extraño que rige en la vida desde la creación: científicamente lo llamamos evolución. En la Edad Moderna, la Inquisición se oponía a la razón observable bajo principios que negaban toda objetividad; se cometieron barbaridades. Esas equivocaciones se esgrimen hoy como argumento para perseguir y excluir a la religión del ámbito público, igual que hizo la religión en la Edad Moderna con la razón. Sin embargo, un principio de la filosofía de la ciencia dice que: todo enunciado argumental debe ser falsable. Es decir: que el argumento debe ser descartado si entra en contradicción. Pues bien: los grandes defensores de la ciencia en la Edad Moderna eran religiosos, o de motivación religiosa, incluso aunque el rigor en su época les quemase; hecho que demuestra que el argumento es contradictorio. Isaac Newton, profundamente religioso, escribió el principio de todo: Principia; y puso las bases para interpretar la realidad. En la época actual no hemos de olvidar al sacerdote belga George Lemaître y su teoría del Big Bang. Considero que la ciencia debe proseguir con rigor su labor para no cometer errores y no caer en la equivocación del rigor excluyente de lo extraño.

Siempre ha existido una falsa religión y una política equivocada: tienen en común el rencor que quiere dominar y excluir, extinguiendo al otro: bien sea por religión, por diversidad de genero o por ideal. Nada de lo humano nos es extraño; por eso, cargados de dogmas establecidos, grupos de humanos se unen en santa o laica cruzada contra lo inaceptable y extraño de los otros. Pero hay una religión que no es así, y tiene como premisa el aprecio; no el educado, formal y necesario, casi siempre interesado, sino el desinteresado que con empatía acepta al extraño. La verdad de esa religión ya ha sido dicha y se sigue proclamando, pero se escucha mal y no se aprecia. La verdad científica mutable es, también, otro legado que avanza y supera sus límites infiriendo conceptos desde la inmutable verdad preexistente. Entretanto, queda la esperanza en un Reino donde, el principio evolutivo de excluir y extinguir, será superado por la raciocinación religiosa. En el cuento «La monja», W. Somerset Maugham nos muestra este dialogo final:

-Pero, ¿por qué no descendían del palanquín para que fueran en él las monjas?

-Para ellos una monja es solo una mujer contestó sonriendo con indulgencia-. No hay que pedir a las personas más de lo que son capaces de dar.

¡Qué cierto y, sin embargo, qué difícil de tener en cuenta!

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