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Gracia Noriega, de profesión, escritor

17 de Septiembre del 2016 - Rubén Franco González (Pola de Siero)

El éxito consiste en poder hacer lo que uno quiere y yo lo hice siempre, Gracia Noriega.

Es un día de luto. Si hace justo un mes escribimos sobre el fallecimiento de don Gustavo (gran amigo de Ignacio), hoy lo hacemos sobre Gracia Noriega. Otro día muy triste. Se nos va un gran articulista (como hay pocos) y un enorme escritor, con enormes conocimientos de diversos ámbitos, empezando por el literario y acabando por el político, pasando por el histórico, el cinematográfico o el gastronómico. Un erudito. Un hombre del Renacimiento. Fue un autor realmente prolífico, con una media de dos artículos semanales en "La Nueva España". Era una firma imprescindible y de referencia del diario ovetense y que dejará un vacío difícil de llenar. Se le echará mucho en falta y, quizá ahora, se le empiece a valorar en su justa medida. Pero aún siendo un escritor que publicaba mucho, la obra que tiene publicada no es más que un porcentaje muy pequeño de lo que ha escrito, como él mismo nos contó en la última entrevista que se le realizó (en "La Nueva España", por Javier Cuervo, el domingo 17 y el lunes 18 julio 2016. Allí nos decía el bueno de Ignacio que Soy un escritor un tanto extraño. Mi obra inédita es mucho más importante que la publicada). !Cuántos cuentos habrá en esos cuadernos en los que tanto le gustaba escribir con estilográfica!

Ignacio esperaba tener buena salud hasta los ochenta años, y ya a partir de esa edad poder empezar a pensar en escribir las Memorias (la edad en la que debe hacerse, según ha escrito en alguna ocasión). Lamentablemente eso no va a poder ser. Pero, en su caso, queda subsanado de alguna manera, ya que el lector de su obra puede hacerse una idea bastante certera de lo que hizo a lo largo de su vida, ya que en sus artículos, a la par que describía los avatares de la ciudad de Oviedo (por ejemplo) y el ambiente político y social de distintas épocas, también lo hacía de su existencia en ese momento. Así, fue uno de los pocos miembros del PSOE en los viejos tiempos, siendo él el encargado de realizar los carnés del partido. Por eso le hacía mucha gracia cuando alguien se las daba (o se las sigue dando) de socialista de toda la vida y presumía de estar afiliado, cuando él sabía de sobra que no era así (eran cuatro gatos, entonces). Ese período de su vida le sirvió para conocer el paño, como suele decirse, y alejarse de él sabiamente (puede verse, por ejemplo, su libro, de 1991, "Vísperas del nuevo tiempo" al respecto).

Tuvimos la fortuna de poder ser algo así como el ayudante o el secretario de Ignacio en los últimos años. En los últimos seis preparó Gracia treinta libros de carácter ensayístico (una media de cinco al año). Más otros tantos volúmenes que tiene sin publicar, como decíamos, y lo que está disponible en su página web (ignaciogracianoriega.net). Todo este material es enorme y un archivo de gran interés, para quien sepa apreciarlo.

Nos ha dejado (si nuestras cuentas no fallan) un total de 33 libros publicados (desde "Asturias en pocas palabras" de 1980 hasta "Las burbujas de la tierra. En torno a William Shakespeare" aparecido en Cátedra este mismo 2016) y miles de artículos desperdigados por las más variopintas ubicaciones. Publicó en revistas de todo tipo, tanto de gran repercusión y prestigio, como en otras más pequeñitas y locales. Para él, era indiferente. El oficio del escritor es escribir. Es lo que a uno le gusta hacer y lo que uno hace. Luego ya publicarlo va después. Y lo hizo, por ejemplo, en Cuadernos del Norte, Revista de Libros, Revista de Occidente, El Basilisco, El Catoblepas, La Ilustración Liberal, &c.

En esa última entrevista, afirma Ignacio: Escribí mucho, publiqué menos, bebí mucho vino, hice vida nocturna y lo pasé muy bien. Aunque ahora estoy pagándolo, de ninguna manera preferiría que me quitasen lo bailado, que inevitablemente nos retrotrae a Shakespeare.

Ignacio había tenido un problema de salud hace doce años, pero desde entonces acá había seguido con una vida normal. Fue en febrero (prácticamente a la par que Bueno) cuando comenzó a acusar un catarro del que tardaba en recuperarse, y a partir de ahí todo fue complicándose Sus últimas intervenciones públicas fueron hace un mes: primero pronunciando unas palabras en el funeral de Carmen Sánchez Revilla (a la que dedicó un precioso artículo) el sábado 6 agosto 2016, y luego en los Cursos de La Granda, el martes 9 agosto 2016, donde acudió a su habitual cita veraniega, dando una conferencia sobre Cervantes y Shakespeare a los cuatrocientos años de su fallecimiento. Como siempre, estuvo magistral, como se encargaron de señalar tanto el director general de los Cursos, Juan Velarde, como el director de ese curso concreto dedicado a Cervantes, que era Emilio de Diego. Hay que destacar que en La Granda se dedicó hace dos años, en 2014, una jornada a analizar la obra literaria de Ignacio Gracia Noriega, contando con el propio autor, y en la que participaron Santos Sanz Villanueva, Sosa Wagner, Juan Velarde y Salvador Gutiérrez (ya en 2009 la Universidad de Córdoba y la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid publicó el volumen Gracia Noriega, escritor dedicado a su obra y que incluye cuentos suyos).

Aparte de la estima que la obra de Ignacio nos merece, tenemos que decir que despedimos a un amigo. Y como cantaba el argentino Alberto Cortez a finales de los sesenta (con moduladas posteriores versiones), cuando un amigo se va, queda un espacio vacío. El tipo de persona que uno es (o ha sido) se podría calibrar por el número de amistades que posee o mantiene. Y a juzgar por la cantidad de personas que lloran la muerte de Ignacio, podemos decir que era un tipo excelente. Por supuesto, también tenía enemigos. Pero a la vista de quiénes eran tales, no cabe sino refrendar o apoyar el argumento anterior. Era además, como es natural, un gran conversador, y siempre atento a las necesidades de cada uno. Otras personas de más rancio abolengo, que le conocían de cerezo (como gustaba decir el maestro Bueno), podrán corroborarlo.

Aunque éramos lectores de Ignacio con anterioridad, le conocimos en persona el jueves 4 enero 2007 en Noreña, tras una charla que mantuvo con José Luis Garci. Un par de años después, en noviembre 2009, gracias a Gustavo Bueno Sánchez, pudimos comenzar a tratar a Ignacio, quien desde el primer momento se mostró afable y cercano e hizo (junto con su mujer Covi) que en su casa de Sevares nos sintiésemos como en nuestra propia casa.

Tuvimos el honor de participar junto a Ignacio en una mesa redonda hace un par de años, en 2014, con motivo del centenario del nacimiento de Julián Marías, celebrada en el Club de Prensa Asturiana de "La Nueva España".

Un punto que nos unía a Ignacio era nuestra común pasión por el cine. Aunque Ignacio no acudiese a las salas cinematográficas desde hacía treinta años (en una ocasión le requerimos que precisase, si podía, cuál había sido la última película que vio en el cine y nos contestó que "El tren del infierno", de Konchalovskiy, que en España se estrenó en mayo de 1986), seguía viendo cine en la televisión y en dvd (así, en su casa, tiene los deuvedés que, por ejemplo, dio ABC dedicados a directores -Sam Fuller, Fellini, Fassbinder, Lubitsch, Hitchcock, &c.- o numerosos vhs). Era un amante del cine clásico (hollywoodiense: ¿acaso hay otro?) pero no desdeñaba a realizadores modernos, como alguno pueda suponer (le gustaba, por ejemplo, el cine de Tarantino). Y también estaba al tanto de algunas series televisivas, que le recomendaban sus amigos. Así, cuando en noviembre de 2015 pasamos por su casa junto con Daniel Guardiola, nos contó que estaba viendo "Boardwalk Empire", la serie producida por Martin Scorsese. Alguna vez le sugerimos que un auténtico cinéfilo como él debía escribir un libro sobre cine o seleccionar algunos de sus artículos sobre el séptimo arte ya publicados y compilarlos en un volumen (un capítulo de su último libro es sobre las adaptaciones shakesperianas de Orson Welles). Eso no llegó a cuajar. Tenemos que buscar una lista que le pedimos hace unos años de sus veinte películas favoritas. Bueno, en realidad no nos entregó veinte sino veinticinco y eran más bien lo que él consideraba un canon (la influencia bloomiana era evidente). A Ignacio le congratuló observar que coincidíamos en nuestras sendas listas en la película "Le trou" (La evasión), de Jacques Becker, de 1960, una de nuestras favoritas y, sin lugar a dudas, una de las grandes películas de la historia del cine.

Ignacio fue un gran gastrónomo, y de ello podemos dar cuenta desde el libro "Crónicas de la Cofradía de la Mesa de Asturias" de 1982 hasta su artículo de hace unas semanas comparando las fabadas de Casa Gerardo y La Máquina como las más prestigiosas de Asturias (y que nos perdone Casa Chema y otros tantos), pasando por "Sobre cocina y gastronomía" de 2009. La última vez que tuvimos oportunidad de compartir mantel fue el pasado sábado 30 julio 2016 en El Sastre, en Noreña, en compañía de Covi y de Gómez Fouz.

Gracia Noriega sabía muchísimo de literatura de viajes pero no le gustaba viajar. Sus viajes eran de cercanías. Es decir, los que podías viajar durante el día pero regresar a la noche a casa para dormir. Esto quiere decir que básicamente se movió por la zona del Norte de España, siendo un absoluto especialista en Asturias. Le encantaban los gatos, como sucede con otros tantos escritores. Era un hombre taurino, que disfrutaba de la Fiesta Nacional en Gijón y en Santander. Y que le gustaba fumar puros. No era precisamente alguien políticamente correcto. De hecho, escribió muchas líneas contra ello. Estaba en contra de un excesivo entrometimiento del Estado en asuntos que no le pertenecen o incumben, y del afán prohibicionista que nos invade en los últimos años. Y todos esos pensamientos los escribía a máquina, al igual que otros escritores como José Luis Garci o Javier Marías, o como su amigo Vidal Peña.

Hay muchas más facetas de la personalidad y de la obra de José Ignacio Gracia Noriega. Pero que ni hay aquí espacio para hacerlo ni es el momento oportuno para realizarlo. Sirvan estas líneas de recuerdo. Un abrazo muy fuerte para su esposa.

2016

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