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Existió denegación de tratamientos oncológicos

5 de Octubre del 2016 - Jesús Alonso Penelas (Vegadeo)

En respuesta a lo publicado por el diario LA NUEVA ESPAÑA el pasado día 6 de los corrientes, y por alusiones en la parte final de dicho artículo, es por lo que deseo aclarar una serie de cuestiones que, a mi modo de ver, quedaron un tanto confusas.

Todo da comienzo a mediados del mes de abril de 2013, cuando en la Junta General del Principado de Asturias el entonces diputado de Foro Albano Longo denuncia la denegación de algunos tratamientos oncológicos, entre ellos el Ipilimumab, para enfermos de cáncer de piel, y la Abiraterona, que solicitan los especialistas para los enfermos de cáncer de próstata. Tratamientos estos que son denegados por el Sespa, dado el elevado coste que tienen, ya que en aquellos momentos se estimaba que podía ascender a unos 60.000 o 70.000 euros por paciente y año.

La alarma creada fue de tal magnitud que aquella misma tarde el consejero de Sanidad, Faustino Blanco, y el director de atención sanitaria y salud pública del HUCA, Antonio Álvarez, convocaron una rueda de prensa para desmentir tales insidias.

No fue hasta el día 1 de julio de 2013 cuando a mí se me advierte que el tema de las denegaciones de ciertos tratamientos oncológicos ya había sido llevado al PGJ. Claro que, hasta entonces, y debido al secreto profesional, así como a la ley de Protección de Datos, no se disponía de la identidad fehaciente y al mismo tiempo contrastada de un paciente al cual se le hubiera denegado alguno de estos tratamientos, pero que, además, se prestara a mostrar su identidad en público.

Tras esta primera introducción, debo aclarar que los tratamientos los solicitan los profesionales, no los familiares de los pacientes, como se insinúa de forma tendenciosa en dicho artículo. No es la primera ni única vez que se hace en LNE, más bien parece que alguien está empeñado en desmentir algo que a día de hoy se encuentra ampliamente documentado y a disposición de quien quiera comprobar los datos.

En segundo lugar, me veo en la obligación de puntualizar que los tratamientos, para que puedan ser administrados, deben realizar desgraciadamente un largo recorrido, mientras los afectados esperan. Primeramente, requieren un informe de un especialista cualificado, el cual, a su vez, cursa una solicitud por medio de la cual expone los motivos que le llevan a solicitar dicho tratamiento, que, a su modo de ver y entender, es preciso aplicar al enfermo. Pero, además, dicha solicitud está supervisada e informada por el jefe de servicio.

Cuando los familiares de los pacientes decidimos salir a la palestra y, como es mi caso, denunciar públicamente lo que estaba ocurriendo, habían pasado más de 18 meses desde que se había solicitado la primera vez la Abiraterona. En ese tiempo, y en mi caso concreto, se había pedido el fármaco en tres ocasiones, siendo denegado otras tantas veces. Quienes lo habían solicitado eran oncólogos radioterapeutas del HUCA, los cuales llevaban atendiendo al paciente desde hacía al menos diez años. Por lo tanto, conocían como nadie la evolución de su enfermedad y la sintomatología que mostraba, la cual hacía necesaria la aplicación del fármaco.

Pero vamos a continuar analizando esta situación desde el punto de vista personal, y nos vamos a centrar por ahora en la Abiraterona.

Un tratamiento necesario para los pacientes que padecen cáncer de próstata cuando la enfermedad se hace ya irreversible y fallan otros placebos. Es entonces cuando el Sespa toma cartas en el asunto, y ante la insistencia de estos dos profesionales del HUCA en solicitar el tratamiento para un determinado paciente, cursan circular con fecha 12 de agosto de 2013, enviada ésta al jefe del servicio de oncología radioterapia, en la cual se dice textualmente:

"En relación a los tratamientos con acetato de Abiraterona que se solicitan reiteradamente por ese servicio, se comunica que, reunida la comisión permanente en varias ocasiones, esta dirección del Hospital, y por recomendación de la UGC de farmacia, ha decidido denegar las solicitudes hasta que el grupo de ad hoc constituido en el Sespa tome una decisión".

Dicho escrito fue tomado ya en su momento como un aviso a navegantes, y poco tiempo después dio comienzo la "caza de brujas" por parte de la dirección del HUCA. Aquellos que habían osado solicitar la Abiraterona de forma tan insistente, pues consideraban que el paciente era un candidato idóneo dado su estado clínico, el cual esperaban poder aliviar con la aplicación del fármaco, dados los intensos dolores que ya sufría el paciente, como más tarde se refrendó en la unidad del dolor del mismo hospital y en una posterior consulta, en primer lugar, fueron ninguneados por el entonces jefe del servicio, después se les prohibió la entrada en quirófano desde los despachos del HUCA, para a continuación apartarlos de los pacientes que venían atendiendo, a muchos de los cuales, ellos, habían practicado la braquiterapia. Claro que no a todos los pacientes les pudieron prohibir el acceso a la consulta de estos dos oncólogos radioterapeutas. Fueron contados los casos en que exigieron ser atendidos por los doctores González y Jiménez, entre ellos se encontraba mi padre. En nuestro caso, no tuvieron el valor de hacerlo. Es más, yo, tras hablar personalmente con el jefe del servicio en aquellos momentos, y habiéndome éste concedido permiso de forma verbal para que el doctor González continuara atendiendo a mi padre, dejé constancia de ello por escrito en la oficina de atención al paciente, no fuera ser que las palabras se las llevara el viento.

Durante el último trimestre de aquel 2013, llega a mis oídos que en Asturias se está dispensando la Abiraterona a una docena de pacientes en diferentes áreas sanitarias de la región. Dónde está entonces la equidad, la igualdad de oportunidades, independientemente de la zona de Asturias donde vivan los pacientes, de la que tanto hablaba el consejero Blanco... Ya por aquel entonces Tino intentaba dar visos de legalidad a sus tropelías, para ello se escudaba primero en la CURM; posteriormente, crea una comisión ad hoc, por medio de la cual pretendía dejar claro que los tratamientos los denegaba una comisión de expertos, cuando lo que de verdad se hacía era invitar a acreditados oncólogos de la región, para así dar visos de legalidad a sus chanchullos, no teniendo posteriormente en cuenta la opinión de los mismos y sí la de los testaferros del Sespa que se sentaban en la mesa.

Por medio quedan muchas horas de lucha en solitario y también algunos sinsabores. Como el contratiempo que supuso que la Fiscalía de Asturias archivase la denuncia interpuesta por mi parte, la cual estaba sobradamente documentada, donde el agravio comparativo era claro. Pero de haber sido tomada en consideración, y posteriormente depuradas las responsabilidades, hubieran rodado demasiadas cabezas en la Consejería de Sanidad, incluidas las de aquellos que mintieron cuando fueron llamados a declarar.

Se solicitó por mi parte al Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad información sobre la Abiroterona. La respuesta no se hizo esperar, y se me comunica que con fecha 9 de diciembre de 2011 se había decidido incluir el Zytiga 250 miligramos, 120 comprimidos, en la prestación farmacéutica del Sistema Nacional de Salud.

Llegó entonces la hora de una brillante idea, la cual consistía en confeccionar un amplio dossier, de unas 270 páginas, con toda la documentación recopilada hasta aquel momento, y posteriormente enviárselo a la Defensora del Pueblo. Ésta no tardó en responder: primero, confirmando su recepción; posteriormente, comunicando que se tomaba en consideración la denuncia y que se pasaba a estudio, para finalmente darnos la razón.

Habían transcurrido catorce meses y medio; durante todo este tiempo, el consejero de Sanidad no había tenido tiempo de ponerse en contacto conmigo, demostrando con ello el poco respeto que tiene por los ciudadanos y, en este caso, por un paciente en particular.

Un momento inolvidable para mí fue poder ver la cara del consejero Blanco aquel 12 de junio de 2014. Cuando durante su comparecencia ante el PJG, a la cual se vio obligado a acudir una vez más, por iniciativa del diputado Albano Longo, éste le mostró el motivo por el cual la Defensora del Pueblo se había interesado tanto en saber si en Asturias se estaba denegando algún fármaco oncológico a los pacientes. Mientras Blanco intentaba desmentir al diputado que lo había obligado a comparecer, no dudando para ello en retorcer la realidad hasta llevarla al campo de la mentira, la calumnia y la difamación. Con fecha de 4 de ese mismo mes, ya circulaba por los despachos de los oncólogos y urólogos de Asturias un documento donde se indicaba cómo debían solicitar estos la Abiraterona; Faustino Blanco decía una cosa en sede parlamentaria mientras ordenaba otra, a sabiendas de que lo habíamos cazado con el paso cambiado, pero no sólo eso, ahora ya estaba demostrado. Al fin, después de tantos meses, el fármaco había sido desbloqueado; Faustino Blanco había hincado la rodilla en tierra.

Y todo esto para concluir diciendo que durante el mandato de Faustino Blanco al frente de la Consejería de Sanidad, con la complicidad de Javier Fernández y la bendición de IU, del Partido Popular de Asturias y de UPyD, se estuvieron denegando tratamientos oncológicos en Asturias.

Mientras todo esto acontecía, la enfermedad, que no entiende de clases ni de estatus sociales, visitaba la salud de algunos altos cargos del Sespa, incluso al mismísimo Presidente, pero para ellos no se escatimaron recursos.

Así funciona la demagogia de la izquierda progresista en nuestra región: predican una cosa y hacen justamente la contraria. Nadie como ellos para repartir de forma igualitaria la miseria y la pobreza.

Sí, señores, se denegaron tratamientos oncológicos en Asturias, y con ello se impidió que algunos pacientes tuvieran un mínimo de calidad de vida sus últimos días.

Creo que hoy no sólo vuelvo a demostrar lo que vengo denunciando, es que además está todo ampliamente documentado.

Lo hicieron, vaya si lo hicieron.

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