En el atolladero
Cuando un cable de acero se rompe, su latigazo es capaz de partir a una persona en dos. ¿Antropoceno o sólo intermezzo?: J. L. Borges dice que el azar es una suerte de causalidad cuyas leyes ignoramos; Piaget, que los niños deben superar su percepción del azar para comprender la causalidad; Chomsky establece que los principios gramaticales de todas las lenguas son universales e innatos; Roger Penrose y Stuart Hameroff podrían demostrar la conexión entre el cerebro y una estructura cuántica proto-consciente inmortal. En sus 10,42 segundos de existencia, el universo, del tamaño de un protón, llevaba ya en sí las semillas primordiales de las arrugas del tiempo, que curvarán el espacio para formar galaxias, cúmulos y supercúmulos: un todo conectado por la materia oscura y la fuerza de la gravedad. Minúsculas variaciones en esas condiciones iniciales de la inflación cósmica y el universo: o no sería o sería otro. El vacío llena el universo y es vacío lo que hay entre la Tierra y los cometas. Del hielo de los cometas procede el agua que refleja la luz de la atmósfera, cuya presión, a la temperatura de la biosfera, permite al agua ser agua y no vapor a la luz del día o hielo en la oscuridad de la noche. Nada es tan casual como la banalidad de nuestra arrogancia en el atolladero.
Norbert Wiener en 1946 creó la cibernética y avisó sobre el cambio tecnológico. En 1956, la Asociación de Académicos Socialdemócratas alemanes convoca una serie de conferencias, el tema "Revolución de los robots". Participan A. Weber y otros: era preciso llamar la atención sobre los problemas que traería el progreso brusco de la automatización. En 1964, el Comité Ad Hoc sobre la Triple Revolución (EE UU), con J. R. Oppenheimer, L. Pauling y dos futuros Nobel de Economía, Gunnar Myrdall y Friedrich Hayet, nos ponen en guardia sobre: 1) la automatización; 2) el poder armamentístico; 3) las revueltas sociales por la libertad.
Para paliar el peligro, una de sus propuestas era implantar una renta básica garantizada basada en la abundancia productiva. Pero hay límites: el Club de Roma encarga al MIT un informe, publicado en 1972, "Los límites del crecimiento": dice que la productividad sin control haría estornudar al planeta y éste diezmaría a la Humanidad. El propio Club de Roma publica otro informe en 1982: "Microelectrónica y sociedad". En él Adam Schaff avisa sobre el poder disruptivo de la informática y da un plazo de 30 o 40 años para que algunos países afronten los cambios, y otros, las revueltas sociales. Fuentes fiables de EE UU informan de que la evolución de su productividad y de su compensación salarial, entre 1948 y 1978, tiene un crecimiento similar, alcanzando ambas el 100 por ciento. Pero en 2010 (cumplidos 30 años de robotización) la productividad alcanza el 254 por ciento y la compensación salarial, sólo el 113 por ciento. Este 113 por ciento no incluye a los sin empleo e incluye a las estrellas del espectáculo y del deporte con sus estratosféricos sueldos (las diferencias son más de lo que aparentan).
Salgamos del intermezzo o ¿qué futuro nos aguarda con la aún más disruptiva nanotecnología a las puertas? En España no somos EE UU, no invertimos en automatización ni en robótica, nuestra productividad no compite fuera, ni genera empleo dentro. Inglaterra se va, Italia se queda y Francia anda febril. La esperanza permanece si hay visión, decisión, productividad y automatización; con revueltas y colapso político: 6 meses sí y 6 meses también, no será posible.
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