A doña Carmen Gómez Ojea
Su artículo del sábado día 10 en este periódico deja a uno perplejo. Tal vez sea porque usted aconseja leer los Santos Evangelios con mirada luterana. De ahí la ignorancia.
Desarrolla una primera parte del artículo con una historia con la cual cualquier persona que no sea desalmada estará de acuerdo con usted. Ya no así la segunda parte del artículo, donde realiza un ataque frontal a la Iglesia sobre su actuación en el tema de la homosexualidad. Señora mía, la Iglesia no tiene misión política sobre la persona, pero sí moral. Léase el número 2.358 del Catecismo de la Iglesia católica: los homosexuales deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta.
Usted confunde a la persona con identidad homosexual con la sodomía. Lo que la Iglesia concibe como conducta inmoral no es a la persona homosexual, sino al acto de la sodomía en sí. Y es que para la Iglesia son pecado tanto las relaciones sexuales entre homosexuales como también lo es la fornicación hombre-mujer, esto es, fuera del ámbito matrimonial.
La tercera parte del artículo ya es de nota. Usted afirma que Jesús de Nazaret es homosexual por lo mucho que éste amaba al Apóstol Juan. Vamos a ver, que yo tenga un amigo al que ame esto no quiere decir que me guste desde el punto de vista sexual. Oiga, parece mentira que con su preparación intelectual usted, a estas alturas, no distinga entre el amor y el sexo.
P.D. A usted, que le gusta leer, dele un repaso a la Doctrina Social de la Iglesia; ya verá cómo reflexiona algunos de sus desencuentros personales con la Iglesia católica.
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