Estamos hartos
¡Estamos hartos! llevamos desde el pasado año con esta historia de las elecciones, soportando soporíferas campañas electorales, teatrales y mentirosas , pensando que ahora sí se podía conquistar el cielo, para quitarnos este infernal gobierno que ha destrozado todas las conquistas sociales y ha convertido la corrupción en moneda corriente para la práctica política.
Repetimos en las urnas, para seguir como estábamos, pero con el sr. Rajoy y sus secuaces más crecidos porque habían sido los únicos en mejorar el resultado anterior. Los que seguíamos creyendo en conquistar el cielo con la incorporación de más izquierda, nos quedamos con las ganas, pues solo llegamos al purgatorio.
Estoy cansado de oír que según los del PSOE los números no cuadran pues con los radicales e independentistas ni hablar; que es preferible que siga gobernando el PP. ¿Pero qué narices de regeneración política se pretende, dejando el país en manos de una pandilla de sinvergüenzas?
Luego está la nueva marca de la derecha, que cuanto más tiempo pasa se le ve el plumero de los intereses que defiende, apoyando ahora lo que negaba antes: un Rajoy embarrado hasta las cejas, al permitir que los subalternos hayan utilizado lo público para enriquecerse en lo privado.
A mí no me corresponde establecer líneas rojas ni estrategias, pero con la configuración actual del parlamento, que se permita por activa o por pasiva que sigan gobernando, recortando, amasando fortuna y riéndose de la ciudadanía, los que por estar en funciones no dan cuentas a la soberanía nacional o postulan a puestos bien remunerados a los señalados por evasión de capitales, es una vergüenza y una tomadura de pelo a la ciudadanía.
Estáis matando la ilusión recuperada por participar en la vida política y creer en la democracia; tenéis la obligación de encontrar la fórmula para que este país cambie el rumbo de los últimos cuatro y pico años de legislatura perniciosa.
Si no es así y tenemos que volver a las urnas, conmigo no contéis. Yo no juego más a esto porque carece de sentido, salvo el del ridículo que no me apetece seguir haciéndolo.
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