El desgaste
En un conocido centro comercial tenían un tramo de tarima en una zona de mucho tránsito. Un letrero decía que miles de personas lo pisoteaban sin cesar y a la vista estaba que la resistencia a la erosión era insignificante.
El partido más votado de España presenta una inacabable lista de corruptelas, choriceo y mandangas. No merece extenderse en detallar un inventario porque no vale el gasto de teclado y letras. Sencillamente, donde quiera que levantes un tronco, no hay más que gusanos y podredumbre. En ese lodazal la impunidad es tal que se les pasa por alto la falta de honorabilidad de los amigotes para nombrarles a dedo en cargos cuando han debido abandonar otros por su indecorosa conducta.
Entre esa pestilencia conviene recordar ahora más que nunca la sentencia de don Manuel Fraga, páter fundador de la cosa, que vino a decir que el partido que más se parecía a España era el PP. Y hay que reconocer que es totalmente cierto: ni en el partido ni en esa España que se le parece importa el hedor a mierda. Siete millones de votos y aumentando confirman ese axioma incontestable. Es lo que hay. Como el suelo de ese centro comercial, el PP es rotundamente inasequible al desgaste, eso sí que es tener una cláusula suelo, la de siete u ocho millones de votantes, más los de la marca blanca, para quienes la normalidad de este país pasa por ser el panorama fangoso de una ciénaga putrefacta. Marca España. Sí, de cabeza, además.
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