Doña Rita se aferra al escaño
Ninguna sorpresa. Rita Barberá otra vez, no consigue digerir su declive. Su nombre desde hace días está provocando mucho morbo. El Tribunal Supremo anunció que la va a investigar. Terminó por tanto su aparente inmunidad para gozo de toda la izquierda política, que tanto la desdeña.
Después de horas de tensa espera en las filas populares, Rita Barberá comunicó a media tarde del miércoles que se da de baja en el Partido Popular, pero que continuará como senadora, lo que le permitirá seguir como aforada.
La resistencia numantina que ha presentado durante meses esta señora a abandonar la escena política, y contribuir así a mejorar la deteriorada imagen del PP por su batiburrillo con la corrupción, se ha agrietado. Pero la otrora poderosísima dirigente popular ha efectuado un quiebro con el que espera estar mejor resguardada de las acciones judiciales que evidentemente se ciernen sobre ella: deja el partido pero no el escaño en el Senado.
De esta forma, doña Rita antepone la comodidad del aforamiento de que goza por su condición de parlamentaria, al sacrificio por un partido del que ha obtenido diversos réditos políticos durante largos años.
Decimos esto no porque creamos que la experimentada política popular sea culpable o no, algo que tendrán que decidir los jueces, sino, sencillamente, porque se lo ha pedido varias veces su ya ex partido, sin el que Barberá no sería absolutamente nada en política.
Los acontecimientos se han precipitado desde que el Tribunal Supremo decidiera abrir una investigación penal contra Rita Barberá por presunto blanqueo de capitales en su etapa de alcaldesa de Valencia. El auto la deja a las puertas de la imputación y parece difícil que pueda salir indemne de las investigaciones judiciales.
La veterana política, a nuestro juicio, debería pensar mucho más en el bien del PP, al propio tiempo que en la gobernabilidad de España, ya que su caso está sirviendo de excusa a algunas formaciones para impedir un acuerdo que permita la formación de un Gobierno que evite, entre otras cosas, la convocatoria de nuevas elecciones generales.
Sacrificado también José Manuel Soria y en puertas de importantes avatares judiciales por la corrupción en el Partido Popular (Bárcenas, Matas...), el presidente del Gobierno en funciones sigue esperando que se le facilite la permanencia en la Moncloa, pero la sombra del dinero irregular en el entorno de su partido parece cada día más dilatada.
Por tanto, aunque no haya proporción, o Barberá o elecciones generales.
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