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Más sobre un oso en la Senda del Oso

20 de Septiembre del 2016 - Jesús Blanco Menéndez (Oviedo)

Quiero solidarizarme plenamente con don José Viñas García, firmante de la carta publicada en este diario el pasado día 11 del corriente mes de septiembre con el encabezamiento "Un oso en la Senda del Oso". Yo me pregunto qué grupos de presión e intereses económicos están tras este montaje de osos, lobos y jabalíes, que incluso ese mismo día el titular en portada del periódico era la aparición de ese ejemplar de oso encontrado muerto en Cangas del Narcea. Triste futuro para esta región cuyo porvenir parece estar fiado a la abundancia de tales "habitantes", y no exagero nada cuando cualquier noticia relacionada sobre todo con el oso mueve más tinta y recursos que el cierre de empresas o ajustes de plantilla, con la trascendencia social y económica que eso conlleva. En este caso del oso muerto, echo en falta que no se declarasen tres días de luto oficial ante tamaña desgracia.

Me considero, por lo menos, tan amante y defensor de la naturaleza como cualquier ecologista de despacho que no va a tener sus huertas o prados destrozados por el jabalí, sus corderos u ovejas comidas por los lobos, ni se va a encontrar una mañana en cualquier recodo de un camino con una osa y sus crías y el riesgo de poner en peligro su vida por el ataque del animal o por el infarto que pueda sufrir por el susto. Hasta ahora, que yo sepa, no ha habido ninguna situación de esa naturaleza, y si la hubo, se oculta, pero, al paso que vamos, desgraciadamente, se producirá. Pero, eso sí, ellos y sus amigos o turistas papanatas podrán ir a algún mirador estratégicamente montado a contemplar con prismáticos el deambular de los animales y a continuación montar en el todoterreno que les espera para ir a tomar el vermú tan felices por sentirse colaboradores de tan magna labor.

¿Por qué no lo hacen pisando el monte y encontrárselos cara a cara, que hasta pueden darles algún terrón de azúcar para demostrarles su cariño? Pero no, ese tipo de encuentro queda para el lugareño que tiene que ganarse la vida en su terruño. Dicen que se les pagan los daños, hablo por experiencia propia, y, efectivamente, dan algunos céntimos por metro cuadrado en el caso de destrozos del jabalí. ¿Son conscientes de las horas que puede llevar a una persona acondicionar lo fozado por el animal y que la zona afectada no recupera la producción normal en varios años? Las vacas, aunque haya algo de hierba, no pueden pastar porque el terreno está suelto, y la zona es improductiva durante años.

¿Y los daños de lobos y osos? Las horas perdidas en viajes, avisos, esperas y discusiones, ¿quién las valora? Todos tenemos un seguro de coche que en caso de percance nos abonará los daños, pero a mí, particularmente, no me haría ninguna gracia que cada poco abollaran mi vehículo. ¿Quién tiene en cuenta y compensa al ganadero, sobre todo de ovejas, por las horas que tiene que dedicar a recoger por la tarde y llevar por la mañana el rebaño al pasto, si no quiere encontrarlo masacrado en cualquier momento? Y aun así, en pleno día puede tener la letal sorpresa.

Llevamos muchos años de despoblamiento rural y, desde hace tiempo, la Consejería de Agroganadería y Medio Ambiente dice querer invertir la tendencia haciendo atractiva la permanencia en la aldea. ¿Es tan ingenua esa Consejería, o la señora consejera, creyendo que con la realidad actual a alguien le va a ilusionar tomar una decisión de esa naturaleza, cuando puede ocurrir que cualquier mañana, al abrir la puerta de la casa, se puede encontrar a un oso, una manada de lobos o jabalíes esperando el desayuno?

Y volviendo al origen de este escrito, si esa aparición del oso en la senda puede provocar que por miedo de los turistas disminuya su afluencia, ya se darán prisa, sin escatimar medios, en hacer desaparecer el peligro de la forma que sea. No pasaría lo mismo si un oso o una manada de lobos anduviera diezmando los rebaños ganaderos en los puertos. Yo haría una sugerencia a esos señores de la Fundación Oso y adyacentes, ¿por qué no compran unas pocas de hectáreas en algún cordal despoblado, que los hay, les hacen un buen cercado, lo dotan de servicios adecuados a sus "inquilinos" y para la manutención compran las ovejas, corderos o terneros, a precio de mercado, a los ganaderos y los introducen en el cercado para la caza de los moradores? Incluso se podía poner algún castillete mirador para que los curiosos turistas vieran la real cacería desde puestos seguros.

Me da mucha envidia ver la cantidad y rapidez con que se movilizan todo tipo de medios cuando el cuerpo de vigilantes detecta algún ejemplar con problemas, por cierto, que con unos costos que, creo, pagamos todos los contribuyentes, no la sociedad protectora. En cambio no hay tanta agilidad por parte de la Administración en solucionar los problemas humanos de cientos de dependientes, o dinero para contratar un pediatra en un centro de salud. ¡Qué envidia, no estar clasificado en la categoría social de oso! ¿Cuánto nos cuesta a los contribuyentes toda la parafernalia montada a cuenta del oso? ¿Cuántos señoritos viven o alardean de pertenecer a semejante actividad? No sé de ningún aldeano o ganadero que lo sea.

Admiro y comparto los principios fundacionales de esas organizaciones, pero me vienen a la memoria casos en los que alegando que canta el urogallo o que es zona osera han impedido o creado graves problemas a la apertura de pistas para vehículos que mejorasen la vida de los lugareños. En cambio, esa heroica defensa no la he visto aparecer cuando, por ejemplo, hace ya años, todo un cordal en Quirós lleno de vida ganadera y también osera fue convertido en escombros por una explotación minera a cielo abierto que destruyó toda la zona, y ahora ni carbón ni ganadería. Ahí sí hubiera necesitado defensa de la naturaleza, pero el contrario era poderoso y es más fácil abusar de los aldeanos.

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