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Filosofía lógica

18 de Septiembre del 2016 - José Manuel López García (Gijón)

Se ha publicado en 2016 el libro de Unamuno titulado "Filosofía lógica". Es una obra que aclara numerosas cuestiones acerca de su formación académica y filosófica en su juventud. Era un devorador de libros, y esto se refleja en la variedad de sus intereses intelectuales y en la extraordinaria asimilación de los contenidos y doctrinas de autores clásicos y escolásticos. También leía las obras de los filósofos contemporáneos. Todo ello, unido a un indudable gusto por la literatura de su época y del pasado.

En realidad, Unamuno también tuvo una pasión intensa por el arte de escribir, al que podía considerar como una forma de expresar sus pensamientos filosóficos y de crear también obras literarias. Además, es cierto que el cuadernillo en el que redactó su "Filosofía lógica", escrito en 1886, es la manifestación de sus reflexiones filosóficas sobre la metafísica, el hecho, las ideas y su origen, la conciencia, etcétera. También comenta aspectos relativos a los universales y sobre varias filosofías, por ejemplo, las de Hegel, Kant, Descartes y Hume.

Desde los planteamientos unamunianos, la realidad es lo fenoménico y no existe la cosa en sí kantiana. Unamuno está convencido de que el lenguaje es la base efectiva de la razón. En este sentido, su lectura de la "Lógica" de Hegel le reafirma en esta idea. Si bien la influencia de Humboldt también está presente en su consideración de las palabras como lo fundamental en el ejercicio de la argumentación y del uso de la racionalidad.

En la juventud de Unamuno, el auge del positivismo no pasó desapercibido para él. De hecho, el enfoque de su pensamiento en esta etapa concreta se puede calificar claramente de positivista, ya que se podría caracterizar como una metafísica positivista con cierto tono idealista, si bien trata de configurar o crear un sistema de la realidad con las categorías del lenguaje que maneja en esos momentos de su vida intelectual.

Debe destacarse que Unamuno se fija en la obra del filósofo positivista italiano Roberto Ardigó, que ya había realizado un intento de conjugar el positivismo y la metafísica. En definitiva, que la filosofía puede, desde la conciencia y con lo que nos dice la observación científica del mundo, construir el sistema de la realidad y buscar un equilibrio epistemológico entre lo objetivo y lo subjetivo, o una especie de identidad entre estos dos mundos.

Por tanto, en el primer Unamuno se nota la existencia de un positivismo fenomenista y metafísico que no es algo contradictorio en los términos, ya que la ontología, al ser realista, toma como punto de partida los hechos y su clasificación a través del lenguaje. Además, la estructura de la realidad también puede representarse con categorizaciones filosóficas, pero desde un planteamiento que tome como base la experiencia o los fenómenos que constituyen la realidad física de las cosas.

El humanismo lingüístico de Unamuno va a ser una constante de su trayectoria como pensador y escritor. También otorga una significación esencial a la lógica de la ciencia o lógica pura. Además, insiste en la utilidad de la lógica oratoria, polémica y didáctica, según su clasificación. De todos modos, está convencido, con razón, de que la más rigurosa y la que más beneficios aporta es la lógica científica. Su crítica a la lógica oratoria de Cicerón no significa, a mi juicio, un rechazo de la misma, ya que indica sus limitaciones, puesto que sirve para convencer o persuadir en los discursos. Unamuno destaca que el discurrir es lo propio de la razón, y no del deseo.

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