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Se fue el verano de Ribadesella

26 de Septiembre del 2016 - José Manuel Alonso Blanco (Oviedo)

Estamos a mediados de septiembre y el tiempo ya gira hacia el otoño. Aparecen las deseadas lluvias, imprescindibles para los hombres del campo. Las vacas deben comer verde, pues, si no, hay que tirar del forraje palentino y eso sale caro. Hace que la ganadería no sea rentable. Además, el precio de la leche es bajo y el hombre del campo tiene una economía de subsistencia. Ha pasado la famosa feria de ganados (96ª edición) de la playa de Ribadesella.

Tiempo excelente. Buenas reses: frisona, asturiana de los valles, etcétera.

Mi hijo Ganza, al que no le gustan mucho las vacas, pues es un urbanita ovetense, se fijó mucho en un niño de unos 6 años, vestido con la funda de trabajo y sus pequeñas reglamentarias botas. Estaba, como todo un profesional, estrando al ganado. Supongo que de sus padres. Lo hacía con brío y alegría. Nos situamos a su lado y yo le comenté a mi hijo que aquí había un buen ganadero en proyecto, pues lo que se mama queda en nuestros sistema inmune grabado a fuego.

El niño ganadero no escuchaba nuestros comentarios, pues como buen aldeano no conversa con el turisteo. El va a lo suyo, que es arreglar sus vacas.

Me recordó a las profesiones gremiales, por ejemplo: curtidores de pieles, orfebres, zapateros, que se transmiten de generación en generación.

Ese niño ya tiene el camino marcado por sus padres; los estudios serán una cuestión secundaria.

Una compañera de estudios de mi querida Victoria, profesora en Grandas de Salime, nos decía que cuando paría una vaca, el niño no iba a la escuela. Lo prioritario para toda la familia era la llegada del ternero, pues es su modus vivendi.

El verano trajo un tiempo excelente, ideal para ir a la playa o a L'Atalaya, según el gusto de cada cual.

En nuestra concha de Santa Marina este año tuvimos la presencia de un hamaquero, como en las playas del sur de España.

Aquí no hay mucho hábito de alquilar tumbonas, pues estamos acostumbrados a la toalla playera.

Recuerdo que a finales de agosto hubo un gran temporal, que casi le lleva el paquete de hamacas empaquetadas. El hombre lo pasó mal, pues era su herramienta de trabajo. Hubo gente altruista que le ayudó, pero faltaban ideas; por ejemplo, amarrar dicho paquete a la barandilla de la playa o bien poner todo el conjunto a salvo en la rampa que da acceso a la playa, al lado del chalé verde y la residencia Roberto Frassineli. La marejada trajo gran afluencia de turistas, paseando y sacando fotos. La mar es hembra y cuando entra en celo se lo lleva todo por delante, con naturalidad y precisión. El hombre a su lado es un "mindundi". Con los dioses no se juega y con Poseidón, menos, pues el toro bravo no es nadie a su lado.

Mi familia se dedicó este verano un poco a todo: trabajar la huerta, andar en bicicleta, segar, disfrutar de las terrazas de la villa, etcétera.

Después de comer siempre íbamos a ver a nuestro amigo Ángel, que nos daba un café con hielo excelente. Además, disfrutábamos de la conversación sobre deporte con Jeber. Natali, como siempre, encantadora, metía su cuñita sobre el tema a tratar de manera inteligente. No se podía esperar menos de una viajera empedernida y políglota (habla varias lenguas). Educada hasta la saciedad por sus padres y, como el niño, ganadera, hereda la profesión de sus padres.

Me inspiro en el trato que da Ángel a los clientes, cercano pero no próximo al peloteo. Cuando alquilo mis casas de verano, hago lo mismo que él. No me quejo, pues no me va mal.

Hace años el lema de la hostelería riosellana era: "Ave de pasu, coñanazu", "esti nun va a venir nunca más por aquí". Un grave error, pues el boca-oreja funciona. En Madrid los amigos se aconsejan unos a otros. En concreto, yo me fío más de un amigo que de toda la publicidad existente en el mundo, algunas veces engañosa y exagerada.

Como decía mi bisabuela Ramona, "primer día de agosto, primer día de inviernu". Cuestión con la que no estoy de acuerdo. La meteorología de este agosto me hace corroborar esta afirmación.

En fin, como decimos en Ribadesella, "pasades les Piragües, se acabó el veranu".

José Manuel Alonso Blanco

Oviedo

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