De los desastres de una guerra y una fotografía mas
Recuerdo de mi infancia como los mas ancianos hacían acopio de alimentos y otros productos básicos cuando se anunciaban huelgas y agitaciones sociales en aquella España que reiniciaba su camino democrático. Esa era una de las huellas que había dejado el hambre durante el conflicto bélico y su posguerra. Así ciertos comportamientos sociales, raros para una generación, hayan explicación en la historia y enseñan cómo influyen en el presente. Estos días en la Fuente de los Patos está presente la exposición Los desastres de una guerra. Una exposición en un entorno abierto muy apropiado. En ella encontramos los testimonios gráficos y la memoria oral de lo que supuso una guerra entre hermanos: destrucción de edificios, vidas humanas civiles y huida en búsqueda de refugio. Al verla no podía menos que añadir una fotografía mas en mi mente y ahora en este escrito. La que cuenta una historia más olvidada aún, que solo acudiendo a trabajos académicos muy especializados, o del colectivo protagonista, podemos conocer: la de quienes prestaron su ayuda para minimizar el impacto de aquella tragedia en niños, mujeres y ancianos tanto en el territorio español como en el de refugio. Voluntarios que venían de países con tradición protestante cuya población también proveía los fondos para atender aquellas necesidades en campañas especificas donde aquellos voluntarios informaban.
Se establecieron comedores como el de la Ayuda Suiza para niños y madres lactantes; o como las cantinas en los colegios evangélicos El Porvenir y calle Calatrava para dar de comer a cuatrocientos ancianos y de desayunar a cientos de niños, además del reparto de pan blanco y ovomatina chocolate-. Todos en el Madrid leal a la República. Intensa y extensa fue la ayuda organizada por los cuáqueros. The General Fund for Distressed Women and Children in Spain distribuyeron toneladas alimentos, harina y leche en el territorio de ambos bandos, entre los que se encontraron Oviedo y Gijón. Su labor la extendieron a Francia en diversos campos de refugiados y manteniendola tras finalizar la contienda fratricida española. En lo mas cercano, el pastor Juan Biffen de la Capilla Evangélica del Llano en Gijón que fue hospital de sangre en la Revolución de 1934- participó, con la ayuda de Teodoro Fliedner otro apellido muy conocido en Besullo (Cangas del Narcea)-, en la salida hacia Inglaterra de un grupo de mujeres y niños. Quienes hallarían refugio en el Castillo Moorlands, en Merriott. Todo organizado por el Spanish Evangelical Refugee Home y la Alianza Evangélica Inglesa.
En el tiempo presente los protestantes siguen ayudando a las personas necesitadas, con espacial énfasis en la infancia a través de Alianza Solidaria trabajando no solo en campos de refugiados de conflictos actuales sino también manteniendo 3 Casas-hogar, 10 escuelas, 5 centros educativos, 1 Centro Recreativo y de Apoyo Social y 1 Centro de Salud rural; y varios proyectos de ayuda al desarrollo como potabilizadoras de agua, una piscifactoría y un centro textil en diferentes países.
Una fotografía en blanco y negro de reflexión, y en color de esperanza.
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