Derecho a una vivienda digna en Cangas del Narcea
Me dirijo a ustedes con el objeto de hacerles saber, y que así conste, mi preocupación y malestar por el hecho que a continuación paso a relatarles:
El día 1 de noviembre del año 2006, mi nuera y mi hijo entraron a vivir en su nueva vivienda, en Cangas del Narcea, la cual habían comprado meses atrás, después de hacer un gran esfuerzo en los tiempos que corren, sobre todo, para la gente joven que comienza a dar pasos en solitario fuera del hogar paternal.
Se trataba de dos personas jóvenes, recién casadas y con todas sus ilusiones puestas en la nueva vida que iban a comenzar. Pero pronto todas estas ilusiones se vieron truncadas ya que lo que ellos creían tan fácil como trabajar, pagar su hipoteca y vivir tranquilamente no era, ni mucho menos, así.
Les esperaba algo tan incomprensible en los tiempos que corren como que, a día de hoy, en noviembre de 2009, cuando se han cumplido tres años, tres, desde que entraron a vivir en su casa, aún no tienen ni alumbrado público, ni recogida de basuras, ni limpieza de calles, ni factura de agua.
Hace unos meses, en Pleno municipal, se aprobó por consenso el nombre de la calle, cosa que no sirvió de mucho, pues lo único que han logrado es que Correos les sirva las cartas, cartas que la mayoría de ellas no pueden venir a nombre de esta nueva calle ya que no se pueden empadronar en la misma y la mayoría de trámites de la Administración en general necesitan de un certificado de empadronamiento como todo el mundo sabe para cambiar un domicilio como, por ejemplo, un carné de conducir o el DNI.
En la misma situación que ellos se encuentran otros quince vecinos, con sus correspondientes ascendientes y descendientes. En esta calle hay personas de avanzada edad, las cuales no pueden salir a la calle en cuanto se pone el sol por el peligro que corren debido a la falta de visibilidad y poder tener una caída a consecuencia de esto; niños que no pueden disfrutar de su niñez jugando en la calle por el mismo motivo que los anteriores, y adolescentes que pasan miedo al regresar de madrugada a su casa después de disfrutar los fines de semana de sus salidas nocturnas, esperando a que alguien aprovechando la penumbra los asalte.
En consecuencia de todo esto, no sólo los vecinos de esta calle de nueva creación se ven afectados; también los residentes en la antigua calle lo sufren, ya que dejan aparcados sus vehículos, porque no tienen otro lugar para hacerlo, debajo de las farolas –que no alumbran– esperando que a la mañana siguiente su vehículo se encuentre en perfecto estado de revista y que ningún amigo de lo ajeno o gamberro haya hecho de las suyas.
Ahora yo me pregunto dónde queda eso de que todos tenemos derecho a una vivienda digna como dice la Constitución, después de haberla pagado religiosamente y sin saber ni cómo ni por qué alguno o algunos no la quieren hacer digna como corresponde. ¿Dónde quedan los derechos que deben ser reconocidos siempre y en todas partes a toda persona, por el simple hecho de serlo, y con independencia de su sexo, raza o condición? ¿Dónde queda la figura de los políticos que nos deben representar después de ser elegidos por nosotros para que figuren al frente y sean nuestra voz (porque que no se olviden de que no están ahí por una alineación interplanetaria, que están ahí por y para nosotros y ellos mismos).
La presente queja va dirigida a las autoridades locales, autonómicas, nacionales, europeas o a quien quiera hacerse cargo de esta para mí una tremenda injusticia, en lo que a mí me afecta: dos jóvenes que desean vivir en paz y sin problemas en su hogar y poder formar una familia sin temor a no poder controlar en su medida los problemas que les acechan en cuanto ponen un pie en la calle.
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