La pitanza
El otro día escuché en la radio a un político animando a la población a consumir más cultura. No era la primera vez que escuchaba este novedoso uso del verbo consumir, hace tiempo que vengo encontrándome con gente que dice consumir música, libros y otras manifestaciones culturales; pero sí era la primera vez que se lo oía a alguien que debería tener otra visión de la cultura.
Todo el mundo sabe lo que significa consumir: destruir, extinguir, agotar. El objeto del consumo ha de tratarse de un recurso limitado que desaparece tras ser consumido. Se puede consumir electricidad, porque una vez usada deja de ser útil. Se pueden consumir alimentos, masticándolos y digiriéndolos. Incluso se pueden consumir drogas. Lo que no puede consumirse es una sonata, una jota o una canción de protesta.
El corpus de Google me da la razón y confirma que este uso de consumir no tiene más de unas décadas de antigüedad, con un gran crecimiento en los últimos años. Ante este avance del consumo cultural, otras cosas que sí se solían consumir como la bebida o la comida ahora requieren de un vocabulario más sutil y sofisticado. Un moderno consumirá su pitanza cultural quizás mientras disfruta de una tortilla desestructurada o cata un vino que escupirá acto seguido. Sin consumirlo.
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