Un Parlamento alejado de la coherencia.
Pienso en la alta responsabilidad y la cualificación: educativa, cultural y social que han de tener las personas que componen el Parlamento español.
Y sin embargo por contraste nos damos cuenta, observando: el comportamiento, el testimonio y el mensaje de algunos de ellos, que sus vidas están muy alejadas de los parámetros o de los perfiles adecuados; teniendo para ello como referencia: la democracia, la paz, la libertad y los elementales, pero básicos, valores educativos.
Yo al menos no encuentro coherencia entre: El ejemplo y lo que conocemos de muchos de ellos, y el muy importante papel que representan.
Dicho de alguna manera, muchos no están a la altura de las circunstancias.
Muchos de ellos, no son el prototipo del perfil democrático.
Una cosa es hacer un programa electoral al que nada les compromete, y otra ponerlo en práctica.
Los mítines ya hemos podido comprobar, año tras año, están llenos: de mentiras, de luchas personales, de falsedades, de datos erróneos, de cosas inconsistentes, de payasadas.
En estos mítines sólo se busca el conseguir un voto. Voto que va, en muchos casos, a servir solo para ellos. Para que, ellos, los parlamentarios tengan un gran poder: político económico y social. Y una vez conseguido el poder olvidarse de los graves o menos graves problemas de la sociedad o hacer oídos sordos a ellos.
En el Parlamento a mi entender es escalofriante el número de miembros que son:
Antisistema, violentos, vengativos, mentirosos, farsantes, delincuentes, dictadores, tiranos, ególatras, comunistas, populistas, separatistas, corruptos, ultras, radicales, indignos, deshonestos, desleales, borregos, incultos, inmaduros, oportunistas, chabacanos, fangosos y anarquistas.
En resumen: No son personas de bien; ¡y si lo son! al menos no son personas que busquen generosamente el bien de los demás.
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