Calidad de vida

14 de Noviembre del 2016 - Ricardo Luis Arias (Aller)

En lo que a la vida humana se refiere, la que es materia, no espíritu, requiere otro cuidado y trato completamente distinto, porque está en juego también la salud. Que podemos conservar, prolongar o destruir, según sea nuestro modo de vida, ordenada o desordenada, bien administrada (es la mejor herencia o patrimonio que tenemos, y que no valoramos ni cuidamos) o malversada por los vicios o una vida irregular. Y en esto sí que somos unos verdaderos irresponsables los "humanoides".

Ese aforismo latino de "Men sana in corpore sano", debiéramos tenerlo todos grabado a fuego en la mente, de suma importancia en nuestra calidad de vida y que nos permitiría ser mejores en todos los sentidos. Como nos estamos refiriendo principalmente a la gente mayor, ellas y ellos (descartar siempre lo viejo o anciano porque la otra vida, la espiritual, no envejece nunca), les diremos que para una vida sana, larga y mejor, tenemos que conjugar el ejercicio mental y físico, coordinadamente, comenzando por una mente sana, vacía de pesimismo y llena de optimismo.

Recuerdo, a la sazón, y recomiendo, el libro de Rojas Marcos, famoso psiquiatra español que es una autoridad médica en EE UU, titulado "La fuerza del optimismo". En él, con una gran clarividencia y una sorprende experiencia médica, este eminente doctor nos demuestra la importancia que tiene el optimismo en la gran aventura de vivir, que ocupe por completo nuestra mente, previo desalojo de tristezas, abatimiento, pesimismo, depresión, en fin, de todo aquello que nos pueda ser negativo y nos suma en una tenebrosidad psíquica.

Sí, optimismo siempre en nuestras vidas, y fuera de ellas, esas tenebrosidades que nos pueden destruir. ¿Cómo conseguirlo? Principalmente, con esa fuerza del optimismo y una gran voluntad propia, porque uno mismo, con ayuda o sin ella, tiene que luchar y esforzarse para poder salir del abismo depresivo, como uno sabe muy bien. Un abismo al que, además de una vida triste y melancólica, depresiva, nos puede lanzar una tragedia, la pérdida de un ser querido, una decepción de orden sentimental, familiar o amistosa, o vivir en una sociedad a contrapelo, en la que uno se siente desencajado por completo. Muchas son las causas y motivos, sí, pero tenemos que hacerles frente con esa fuerza de optimismo. Porque la vida sigue, y tenemos que superar penas, desgracias y decepciones, todo aquello que nos pueda destruir psíquicamente. Y que ya no tienen remedio.

Nos decía un viejo y sabio profesor que "si tus males no tienen remedio, ¿por qué te preocupas?, y si lo tienen, ¿por qué te preocupas?". Muchas veces nos preocupan y obsesionan cosas y hechos que ocurrieron o que pueden ocurrir, lo que no deja de ser una majadería. Porque, además de la mente en positivo, siempre y obviando pasado y futuro (el primero es historia, y en cuanto al segundo, ¿quién nos dice y asegura que podemos ver salir el sol mañana?), lo que tenemos que hacer es limitarnos a vivir el día a día a tope, ilusionados, con esas pequeñas cosas de la vida que nos rodean, tan queridas y entrañables y que forman parte de nuestra gran aventura de vivir. Levantarse alegres y contentos, y si el día está nublado, lluvioso y oscuro, tenemos que ver un sol radiante y hermoso, sol los 365 días del año, y de ello se encargará la fuerza del optimismo. Decía Alexander Woollcott que "en nuestra vida no hay un día sin importancia". Todo es importante en nuestra vida, y lo es mucho más si en ella está arraigado el optimismo, como dice el doctor Rojas Marcos. Y esta otra cita de James Allen: "Como un hombre piensa, así es su vida". Pensemos entonces sin pesimismos ni tenebrosidades psíquicas, lo que hará mejor y más completa nuestra calidad de vida.

La fuerza del optimismo. En otra ocasión seguiremos con este importante tema que a todos nos debe preocupar.

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