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Recortes a los fisios de Educación

5 de Octubre del 2016 - M.ª Delfina Gil López (Pola de Siero)

Me llano Fina y soy fisioterapeuta de la Consejería de Educación y Ciencia de Asturias. Desde el año 2004 trabajo en colegios e institutos con alumnos con necesidades educativas especiales motoras, y lo hago en base a la legislación educativa vigente, que nos tuvo en cuenta para desarrollar esta labor, cuyo objetivo es el mismo que la de todo el equipo educativo del que formo parte (maestros, orientadores, auxiliares educadores...): conseguir la máxima participación del niño en la escuela, con todo lo que esto conlleva, que es mucho. Esto es, nada más y nada menos, la integración y la inclusión educativas, esto que a los políticos les encanta tanto a nivel teórico.

Los fisioterapeutas somos mayoritariamente, casi por definición, itinerantes y realizamos jornadas semanales de 37,5 horas presenciales, más las que dedicamos cada uno en nuestra casa, para qué contar... y llegamos a todos los centros de Asturias con niños escolarizados con problemas motores, especiales y ordinarios, rurales y urbanos. Y lo hacemos, en la mayoría de los casos, con nuestro propio coche al servicio de la Administración pública, a cambio únicamente del pago de la gasolina, el llamado kilometraje, que no ha variado desde hace 10 años. Yo realizo mi trabajo en seis centros de la cuenca del Nalón, pero tengo compañeros que lo hacen hasta en doce. En fin, sin comentarios.

Los fisioterapeutas de Educación somos profesionales altamente especializados y cualificados, en lo que ha contribuido en gran parte el IAAP, Instituto Asturiano de la Administración Pública Adolfo Posada.

Y continuando con mi historia personal, en el año 2006 aprobé una oposición, con gran esfuerzo, como el resto de los mortales, imagino, y, lejos de dormir tranquila por las noches, me hallo a expensas de las ocurrencias de los gobiernos autonómicos de turno. La última, pretender bajarnos el sueldo un 13 por ciento en el mejor de los casos, algo a lo que no se atrevieron ni el señor Zapatero ni el señor Rajoy, y a reducir nuestros derechos laborales como los traslados y las excedencias.

Y todo porque no quieren pagarnos el verano, quiero decir, el mes de julio, mes en el que no estamos de vacaciones, sino a disposición de la Administración: para atender a niños, formarnos o lo que ésta decida, al igual que nuestros compañeros de trabajo maestros. Claro que si la Administración nos aplicara la misma compensación horaria por itinerancias que al resto del equipo educativo del que formo parte, pues probablemente nos deberían hasta horas. También he de decir que en este mes suelo realizar algún tipo de formación que pago de mi bolsillo.

Mi abuela Catalina, la de Alpera, siempre me decía que en esta vida lo más importante era ser honrado y trabajador, noble y honesto... ¡qué sabias nuestras abuelas! Pues me dirijo a aquellas personas que un día trabajaron con nosotros codo con codo en los colegios y que hoy ocupan puestos de responsabilidad en nuestra Consejería de Educación, para que hagan ejercicios de estos valores y cuenten la verdad, que los fisioterapeutas somos unos profesionales que nos dejamos la piel cada día en hacer bien nuestro trabajo, que somos una parte activa de la comunidad educativa y que siempre estamos dispuestos a proponer y a lo que nos propongan.

Creo que en todos estos años de ejercicio como fisioterapeuta no habrá ni un solo centro, ni un solo alumno, ni una sola familia que no guarde un grato recuerdo de la fisioterapia escolar y que no esté de acuerdo con lo que aquí expreso.

Desde aquí, también invito al director general de la Función Pública, señor González Gancedo, a que comparta un día de nuestro trabajo conmigo o con cualquiera de los fisioterapeutas de Educación. A lo mejor al finalizar la jornada decide, en lugar de bajarme el sueldo, subírmelo hasta el nivel 21, como a mis compañeros maestros, diplomados o graduados universitarios, igual que yo, y reconocernos la dignidad que merecemos como colectivo.

M.ª Delfina Gil López

Pola de Siero

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