Socialistas en acción
La vieja guardia del socialismo triunfante no se resigna al silencio yacente. Les enardece la presencia en los medios, les pone. Cada cual con un pasado más o menos meritorio, se empeñan ahora en resucitar la década de los ochenta. Son como un viejo grupo roquero afanado en reeditar viejas melodías y, al igual que éste, empujado por el agente de talentos a quien les une el afecto indisoluble de lo tangible.
Corcuera, con su exquisita falta de sensibilidad democrática; Leguina, atormentado por la pasión desenfrenada a su propio estado de bienestar, y Felipe González, descendido a los infiernos del capitalismo desnaturalizado, conforman la avanzadilla del sector socialista que perdió en el camino las esencias transformadoras, si es que alguna vez formaron parte de su credo político. Claro, uno empieza abjurando del marxismo y acaba empujado a los abismos por los cantos de sirena del capitalismo intervencionista.
Al igual que Saturno, los tres empeñan su pasado protagonista en devorar a los sucesores. Sólo ella, Susana Díaz, permanece a salvo de la estrategia filicida. Seguramente porque encarna los valores más puros de docilidad al pragmatismo subrogado del poder económico y financiero, estructura política de la que jamás hemos sido emancipados y que ahora se delata como un cáncer corrosivo para la sociedad del bienestar. Aunque, al final, los principales aliados de los sectores conservadores de opresión civil son la indiferencia y el desánimo, manifestados en el rechazo a las urnas por una parte muy importante del electorado. Si tú no votas, alguien lo hace por ti.
El agente de talentos no es otro que el Ibex 35, formado por un grupo heterogéneo de sociedades mercantiles unidas por lazos deudores y acreedores. Entre las segundas, varias sociedades financieras que soportan la importante deuda del grupo Prisa. He aquí la causa que desata la ferocidad del viejo grupo roquero y los medios de comunicación del grupo, espoleados por la banca temerosa de las malas compañías frecuentadas por Pedro Sánchez.
Los barones críticos configuran otra cuerda del coro que actúa al dictado de la pasión españolista. A los demás les mueven razones diversas: Zapatero pretende la ocultación de su culpabilidad en la herencia recibida, mientras Rubalcaba levanta el dedo acusador como si su paso por la secretaría del partido fuera el paradigma de la buena gestión.
La consigna para el asalto de los cielos con la que el socialismo patrio descendió a los infiernos tenía la facunda falsedad del sofista pindárico: me dijo que se abstendría en segunda votación y no lo hizo, me sentí engañado y no tenía por qué. Ahí está el nudo gordiano, en la abstención. Cómo resolver el dilema sin que se note demasiado el truco es misión a la que ha de responder Javier Fernández.
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