Adónde vamos a parar
El día 7 de octubre se publica en LA NUEVA ESPAÑA lo siguiente: "Ponen palos en las ruedas para que ese proyecto no llegue a buen puerto". Estas palabras las pronuncia D. Wenceslao López, alcalde de Oviedo, a propósito de la posible prórroga, por un año más, del Servicio de Recaudación Municipal, hablando de los trabajadores que están en la citada contrata. ¿Adónde vamos a llegar?, ¿en qué mundo vivimos? Cómo puede ser que protesten y traten por todos los medios a su alcance estos trabajadores de que el proyecto no llegue a buen puerto, cuando en menos de tres meses, por el buen hacer del tripartito ovetense, van a pasar de tener un contrato fijo, indefinido, a engrosar las listas del paro, todo ello en aras de la reversión a lo público del servicio. Además, cuando están observando la gran diligencia de los trillizos a la hora de gestionar el tema, teniendo abierto el Ayuntamiento para que fueran oídos y escuchados, salvando los pequeños detalles de no tener local, equipos informáticos, migración de datos, formación del personal, fecha de examen y alguno más que se me escapa. En estos escasos tres meses, el tripartito, con su demostrada buena gestión, soluciona estos nimios problemas.
Además, estos trabajadores protestones pueden presentarse a una prueba en la que sólo se presentan 1.600 personas para un puesto de trabajo interino, que, como mucho en el plazo de un año, deber ser sacado de nuevo a oposición, en este caso, no interino. Y suponiendo que alguno de ellos aprueba el examen, cambiarían una indemnización actual con una media de 15 años trabajados por una indemnización de un año. Por Dios, a quién se le ocurre.
Y, para colmo, seguramente los vecinos de la zona de Santullano salgan a protestar, porque únicamente se ha dicho que uno de los proyectos estrella de este mandato se tiene que aparcar, retrasar, replantear por falta de financiación. ¡Por Dios!
Y viendo el ruido de éstos, probablemente a los vecinos de los llamados distritos no se les ocurrirá otra cosa que exigir responsabilidades por la falta de los dos millones prometidos, que luego iban a ser uno, que luego van a ser para el año que viene.
Y, quizás, al oír todo este ruido, se acerquen los vecinos de algunas de las calles que se van a cambiar (por el cumplimiento de la Ley de Memoria Histriónica) y empiecen a protestar por el trastorno ocasionado, y los dueños de pequeñas empresas y comercios también se vengan arriba y pidan que pague el Ayuntamiento el trastorno administrativo que les supone a ellos.
Y, ya para acabar, algún hostelero mosqueado de Otea se acerque a pedir responsabilidades por permitir que durante las fiestas cualquier persona pueda poner copas en los chiringuitos, le hagan la competencia más desleal y él tenga que tener a su personal asegurado y declarando los ingresos al fisco, o por tener que cumplir una ordenanza de terrazas estricta, cuando cada fin de semana quien realmente gana con las copas es el supermercado de turno.
Y, para colmo, viendo todo esto, los propios compañeros de gobierno salgan a protestar y digan que el Alcalde va por libre y no hay comunicación.
No se dan cuenta de que ahora no es momento de protestar, es el momento de aguantar, callar y resistir. ¿Qué se creen? Adónde vamos a parar.
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