Bestialidad y descaro
Bochornosas agresiones en grupo como el de las pasadas navidades en Colonia o escenas como las que se sucedieron en los sanfermines de este año, son ejemplos de un machismo que no cesa. Algunos medios publicaron las fotografías con las caras pixeladas, pero otros las ofrecieron tal cual: un grupo de chicarrones divirtiéndose en las fiestas de Pamplona con sus rostros sonrientes. No tenían pinta de macarras. No obstante, el juez dirá si existe delito. Pero los videos encontrados por el instructor y descritos por la prensa despiertan una tremenda indignación entre la ciudadanía.
Este comportamiento tan negativo, sigue imperando en nuestra sociedad y se basa no solo en la falta de respeto por la libertad del otro (de la otra, para ser más exactos), en intervenciones grupales anónimas o en posturas cada vez más violentas, sino también en una consideración moralmente repudiable: la pretendida superioridad del hombre sobre la mujer que o bien es pasiva y vulnerable --para vergüenza de quien así opina-- o incita, ella misma, a la violencia sexual.
Una chica se arregla para salir. Es joven, luego el objetivo de pasarlo bien e, incluso de ligar, está implícito. Quiere divertirse, y a lo mejor en algún caso algo más. Pero la libertad sexual es eso, libertad de decisión, mas nunca imposición; y la frase "no es no", que tanto se manejó estos días con Pedro Sánchez, tiene en el acoso que sufren cada vez más las mujeres jóvenes, su principal sentido. ¿Qué está pasando entonces? ¿Por qué en los últimos tiempos la palabra "pe-u-te-a" se utiliza cada vez más como agresión en las redes sociales?, ¿porqué se dispara el machismo en una sociedad que se ha dotado de leyes igualitarias?
La violación no es fruto del trastorno mental, ni se refiere solamente a la tipificado en el Código Penal. Como advierte una conocida y moderna escritora: "las raíces del odio y la violencia contra la mujer están en la cultura actual en su conjunto". Están ciertamente en cada uno de los actos en los que se refleja el dominio del patriarcado y el desprecio por la dignidad de la mujer.
¿Cuántos chicos jóvenes tan "normales", desde ese desprecio hacia la mujer, actúan como verdaderos depredadores aprovechando momentos de aislamiento de ellas, de debilidad por consumo de alcohol o sustancias, o simplemente recurren al burundanga para convertirlas ya en un simple muñeco de utilizar y tirar? No solo deben castigarse y evitarse las agresiones, los abusos o los homicidios de género, sino que es urgente luchar por una sociedad en la que desaparezca cualquier ofensa o discriminación sistemática. Porque, no es esta la sociedad que creíamos estar construyendo.
En definitiva, la defensa de la mujer requiere, hoy, posiblemente más que nunca, un auténtico rearme para un mayor fortalecimiento en lo educativo y lo social.
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