Y tu, ¿cómo te llamas?
Mudito. Ésta podría haber sido la respuesta de Javier Fernández hace relativamente poco tiempo. ¡Sí! Nuestro querido presidente, supuestamente de Asturias, siempre ha tenido un miedo escénico envidiable. Hasta ahora. Recuerdo sus primeros años de "reinado en el Principado", cuando el dinosaurio de Cascos decidió que ya no le salía rentable presidir su tierra, a un Javier tímido, nervioso, pasota e irreverente. Un político que transmitía la amabilidad de alguien que proyecta una imagen que dejaba bastante que desear, sobre todo cuando impresionaba en sus ruedas de prensa y discursos con una oratoria propia de un concursante de la primera edición de "Operación Triunfo" cuando la fama le coge por sorpresa. Monosílabos y miedo escénico eran la máxima de sus comparecencias.
Aunque parezca absurdo, Javier era así. Un personaje de la maravillosa esfera política asturiana que, como excelente afiliado del PSOE, luchaba más por las buenas relaciones como barón del Partido Socialista Obrero Español (como lo llaman sus militantes más pro) que por sacar adelante su región. En ocasiones, daba la impresión de que en el Parlamento asturiano se votaban leyes propicias al bienestar de España que de la propia comunidad autónoma. Algo que no se podía decir ni en aquel momento, ni se debe recordar ahora por miedo a romperle el corazón a más de uno.
Probablemente, ése sea el problema con el que luchamos a diario los asturianos. Un presidente "mudo" que se apoyaba más (y lo sigue haciendo) en los ideales de su amiga Susana Díaz que en las opiniones de sus paisanos. Una persona que no trasmite sus raíces. Algo que desde fuera no se entiende, ya que los asturianos somos de los pocos ciudadanos del país capaces de conquistar corazones con nuestra sonrisa, simpatía y amabilidad. Dicho esto, estamos ante el momento idóneo de lanzar una pregunta al aire. Lejos de nuestras fronteras, ¿cuánta gente sabrá que el presidente de la gestora del PSOE nació en la tierra de Pelayo, adora tomar un culín y entre su vocabulario se cuela el tradicional "calla ho". ¡Hagan sus apuestas!
Ante las preguntas de periodistas, compañeros de partido, enemigos de grupo, simpatizantes y "haters" nunca fue una persona que se explayara (una característica que define bastante bien la personalidad de los que comemos cachopo a diario). Tampoco podemos definir a Javier como un hombre espléndido en dar titulares y amenizarnos las jornadas laborales con las perlitas propias de Tini Areces, ese hombre que adoraba degustar tortilla en cada evento que organizaba y en cada cita a la que se invitaba. ¡Sin palabras! Ni tanto ni tan poco. Simplemente, me conformaría con que Javier Fernández luchase de la misma manera que lo hace por la estabilidad de su partido por sacar adelante a la Asturias Patria Querida. Visto lo visto, no tengo ninguna duda de su capacidad para afrontar retos, porque, si consigue, tal como está el PSOE, poner orden, concienciar a los militantes de una abstención que no nos lleve a unas terceras elecciones en un año e impedir que sus compañeros de partido se maten, estoy convencida de que hacer algo por Asturias es pan comido, sobre todo ahora que Javier ha recobrado su voz, a la par que estrena carisma.
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