El Auschwitz animal
Perplejo, triste, roto; así me he sentido al leer la noticia que ha dado este periódico el día 11 de octubre. No puede ser que siga habiendo campos de exterminio en 2016.
No quiero frivolizar con aquellos de la Alemania nazi, pero, salvando las diferencias, setenta gatitos han tenido que ser exterminados porque algún otro "animal" de dos patas así lo ha decidido.
Cierro los ojos y veo todas esas jaulas que antes estaban llenas de vida y maullidos, veo a todos esos gatos, todos ellos tan especiales, cada uno tan distinto del otro, que la única culpa que tenían era que alguien los hubiera dejado abandonados.
Sigo con los ojos cerrados y veo los trapos donde antes se recostaban y los comederos donde comían y bebían.
Ya no están, por culpa de algún desalmado que decidió que ya no debían seguir viviendo.
Indefensos en esas pequeñas jaulas, expuestos a lo que el cuidador quiera hacer de ellos, vieron cómo un día ese "animal" de dos patas se les acerca y acaba con ellos.
Roto estoy por vosotros, amiguinos, pero con la esperanza de que el que hizo o los que hicieron este miserable y cobarde acto paguen en toda su miserable vida con no poder dormir por las noches, entre otras cosas que les deseo y no debo poner, recordando tan vil acción.
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