La "deshumanización" de la educación
Si la realidad está hecha de palabras, como nos dice una y otra vez Juan José Millás en sus escritos, la educación actual está hecha de papeles.
Los profesores no podemos dar un solo paso sin que quede registrado en el papel correspondiente, porque, caso contrario, es como si no hubiéramos hecho nada:
-Que informo a los alumnos de los contenidos y objetivos del curso, pues un papel donde me firmen que les he informado.
-Que mando una carta a los padres, pues otro papel donde me firmen que la he mandado.
-Que me reúno con las familias en una visita de tutoría, pues un papel en el que me firmen que, efectivamente, me he reunido con ellos.
Pero, ¿de verdad hay necesidad de todo esto?
Sin duda, los profesores, y no el cambio climático, seremos los máximos responsables de la deforestación del planeta.
Cuando reflexiono sobre el asunto, llego a la conclusión de que la educación actual se basa en la desconfianza. Las familias desconfían de los profesores, los profesores de las familias; los alumnos de los profesores, los profesores de los alumnos. Y la Administración, de todos.
Y, evidentemente, cuando una relación se basa en la desconfianza mutua, nada puede salir bien, porque la desconfianza lleva, inevitablemente, a la imposibilidad de construir nada sólido, al fracaso, al divorcio.
Con todas estas montañas de papeles, ¿los alumnos aprenden más?, ¿los preparamos mejor para la vida?, ¿los hacemos más responsables, respetuosos, tolerantes...?, ¿mejoramos su motivación hacia el estudio, sus competencias? La respuesta es: No.
Por otro lado, en gestionar todos estos papeles se emplea mucho tiempo, la verdad. El tiempo que pierdo cada día, como docente que soy, en esperar la cola en la fotocopiadora, hacer las copias, repartirlas entre los alumnos, ocuparme al día siguiente de dar las copias a los que no estaban ese día, recoger los papeles donde se firma que he entregado el papel, etcétera, estaría mejor empleado en buscar actividades educativas y, a la vez, motivadoras para mis chicos, ¿o no?
Está claro que así no vamos a ninguna parte: es la "deshumanización" de la educación, que, sin embargo, le pese a quien le pese, está hecha de personas, no de papeles.
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