¿Contaminación por tierra, mar y aire?
Quizá como complemento de nuestro escrito anterior, hoy nos vienen a la memoria dos anécdotas significativas que nos pueden ayudar a entender la problemática que afecta a Ribadesella a corto y largo plazo. Y las protagonizó el Partido Popular, bajo la dirección del alcalde José Miranda.
Sí, ya que en el inicio de su primer mandato, 1995-1999, es cuando se le adjudica a Ribadesella la depuradora de aguas fecales de la que carecíamos, y cuando se nos sorprende con el sitio exacto en que se habría de asentar dicha depuradora: entre la urbanización "Astursella" y el camping playa, frente de la intersección de la carretera a Tereñes.
Sin embargo, una vez hemos razonado que esa depuradora, allí enclavada, no sólo iba a contaminar y resultar repulsiva para las familias de los chalés ya consolidados y el propio camping, sino también cercenar el crecimiento urbano hacia San Pedro, el entonces alcalde, J. Miranda -en un gesto positivo y propio de quien sabe que rectificar es cosa de sabios- aceptó sin contemplaciones (primera anécdota) trasladar la depuradora muy lejos del señalado lugar, en vez de cargar con el sambenito de haber masacrado aquel suelo urbano para siempre. Aunque otra cosa muy distinta es que, muy a pesar suyo y nuestro, los vertidos de aguas fecales de dicha depuradora sean hoy en día un "mar" de contaminación intermitente.
Y la segunda anécdota grata del PP es cuando un par de años después José Miranda corroboró la conveniencia de que el viejo puente fuera la continuidad del paseo Princesa Letizia, que se estaba terminando. Con lo cual sugería la necesidad de otro puente río arriba para la circunvalación de vehículos. ¿Tendrá motivos el PP actual para rectificar ese criterio?
Por el contrario, la posición de Foro es absurda, puesto que está haciendo méritos para colgarse el sambenito de ser los máximos detractores del progreso razonado, ya que desoyen a los expertos y, como consecuencia, proyectan un sucedáneo de depuradora de aguas fecales en forma de parking en altura en la antigua serrería de Secundino, que cercena igualmente el crecimiento digno del casco urbano, aunque esta vez la contaminación sería por "tierra y aire". Pero no sólo en sus aledaños, sino también en los 750 metros de la avenida Palacio Valdés en dirección Lloviu, y otros 750 metros desde la plaza de abastos en dirección a Gijón.
Exacto, 1.500 metros de calles que se colapsan en pleno verano, simplemente porque se obliga a los coches -que transitan entre Lloviu y la playa- a que pasen en caravana por delante del hotel Marina y el viejo puente. Y además con el agravante de que cuanto más lentas sean las caravanas, peor que peor, porque estarán más tiempo expulsando contaminación a las calles y más riesgos se corren.
En definitiva, se nos ocurre preguntar: ¿Quién dijo que el grupo "García Lomas" y las viviendas colindantes no tienen derecho a que esos aledaños de la serrería Secundino sean un espacio perfectamente integrador y extremadamente digno? ¿Por qué no tenemos derecho a un viejo puente peatonal, mirador ajardinado, con un pasillo techado para disfrute de propios o extraños y conectado con el gran parking tras el "Tocóte"?
Sí, ¿por qué no convertir el barranco tras el "Tocóte" en el mejor parking de la Villa y playas del Cantábrico y en baúl de futuras ocurrencias, acuario, piscina climatizada, anfiteatro, escenario de escaladas, mirador…? ¿No da pena tenerlo así, al lado de la playa o Tito Bustillo y perteneciendo a Ribadesella?
Juan Ureta
Ribadesella
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