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Enfado de un militante socialista de Oviedo

14 de Diciembre del 2009 - Benigno Díaz Peláez (Oviedo)

En los albores de la actividad política quienes manejaban los hilos no eran otros que los notables, las clases más pudientes que consideraban que el interés general había de quedar en sus manos, pues eran ellos quienes alardeaban de ser los más capaces para tales cometidos, despreciando al resto de los mortales, ignorantes éstos para acometer tan altas responsabilidades. Se trataba del gobierno de los notables, de los caciques del lugar, que utilizaban como medios de expresión sus clubes políticos.

En España la restauración aupó a los poderes económicos y socialmente relevantes a la cúspide de la gestión de la cosa pública, hasta que un personaje de la talla de Pablo Iglesias puso en lugar destacado el derecho de los más afectados a defender sus reivindicaciones en las instituciones del país. Aquella quimera dio lugar a las casas del pueblo en donde los perdedores de siempre debatían de política, de cultura, de trabajo y de la vida en general. Era la pasión por la política que se extendió como un reguero durante la II República y revivió, tras la oscura noche de la dictadura, en los esperanzados años de la transición y en la década de los ochenta del pasado siglo.

Hoy parece que la actividad política vuelve a ser coto de unos pocos, de los más escogidos en los conciliábulos y componendas partidistas, mientras que el ciudadano medio es ignorado por los aparatos que sólo lo recuerdan cada cuatro años cuando proceden a su cortejo para que deposite las papeletas con sus siglas en la correspondiente urna.

Sin olvidar todo lo anterior, es lo cierto que, actualmente, hay una clase de ciudadano que, aun teniendo una clara vocación política y un más que destacado interés por los asuntos generales, también es sistemáticamente ignorado por los cuadros dirigentes de los partidos políticos, me refiero, claro está, a los militantes de base, y pongo un ejemplo paradigmático de ello:

El sábado 14 de noviembre visitó Oviedo el portavoz parlamentario del Partido Socialista Obrero Español, don José Antonio Alonso, quien dio una charla en un conocido y prestigioso hotel de la capital asturiana. Parece ser que el público asistente eran cargos del partido, diputados, algún eurodiputado, portavoces, secretarios generales y demás primeros espadas del socialismo asturiano, pero ¿dónde estaban los militantes de base?, más concretamente ¿dónde estaban los militantes de la agrupación socialista de Oviedo? La respuesta es clara, estábamos en nuestra casa, enterándonos de la visita del citado portavoz a nuestra ciudad a través de la televisión del Principado de Asturias en su informativo de las catorce horas. Es evidente que no era conveniente que los aficionados a la política escucharan las valoraciones, criterios y opiniones de quien fuera ministro y actualmente ocupa la más alta representación del Grupo Socialista en el Congreso de los Diputados.

Es de preocupar que cuando un destacado dirigente del Partido Socialista Obrero Español visita estos lares para hablar de política, de crisis, de soluciones, las cabezas pensantes de la AMSO eviten citar a los militantes de la agrupación y ello a pesar de que, día tras día, hacen alarde de ser una agrupación pionera en la aplicación de las nuevas tecnologías para convocar a los eventos que se celebran en la Casa del Pueblo, entre ellos la muy culta e interesante actividad de baile de salón.

Pablo Iglesias no tuvo la suerte de poder convocar a la militancia a través de SMS, carecía de medios para casi todo, pero las casas del pueblo de su época eran un foro permanente de debates políticos, educativos, culturales y de la vida en general.

Comprendo que las confortables estancias del selecto hotel en donde se celebró el evento, situado en una céntrica calle ovetense, lugar en donde habitualmente se reúnen altos ejecutivos para tratar cuestiones mercantiles y societarias, no era el sitio más adecuado para que los desinformados militantes socialistas ovetenses escucharan el discurso de quien fuera excelente magistrado, pero un simple SMS, de los que habitualmente envía la comisión ejecutiva de la AMSO, por ejemplo para escuchar a la portavoz municipal en diversos actos o a la concejala encargada de los asuntos económicos, citándonos en la Casa del Pueblo, en los locales de la FSA o incluso en el Auditorio capitalino (¿no dijo un alto cargo de la AMSO que el Ayuntamiento lo cedía gratis?) hubiera servido para que don José Antonio Alonso nos contara lo que los selectos oídos de la clase dirigente asturiana escucharon el sábado 14 de noviembre de 2009 en Oviedo.

Benigno Díaz Peláez

Oviedo

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