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Algo de regeneracionismo

21 de Octubre del 2016 - José Luis López Tamargo (Oviedo)

España, más que un himno sin letra, una bandera y unos símbolos comunes, tan discutidos e incluso abucheados, debe ser un canto a la convivencia y a la búsqueda de valiosos consensos de calidad y prestigio cívicos. El corazón español aún late y es verdad fascinante de pulsiones y pocas razones, en un país donde nadie escucha y estamos aún aprendiendo a hablar en público, así como técnicas de desarrollo personal e inteligencia emocional. Es cierto que las huellas hispánicas son más que evidentes en la hídrica América, incluso en los actuales Estados Unidos, con presencia española antes de que los británicos pusieran sus pies en la Costa Este norteamericana. Que la expansión del conocimiento del español, como mínimo chapurreado, nos sitúa como la tercera comunidad lingüística mundial. Que España no sé si es el problema y Europa la solución, pero hoy no podríamos entender España sin la Unión Europea, tan tambaleante últimamente, con un porcentaje abrumador de legislación afectando a nuestras vidas europeizadas y globales. "Lo español", una pasión de eruditos folcloristas y unos clichés surgidos cuando casi toda Europa Occidental había ya desarrollado una pujante civilización industrial, ya no aguanta mucho apoyado en una mentalidad de divorcio total entre la "España real" y la "España oficial". El resultón y pacífico Estado democrático del 78 revienta sus costuras por el secesionismo en curso y la llegada de gente disconforme que no ha recibido ningún legado tradicional a transmitir. Incluso parecería por momentos que hay un retomo de nuestros eternos asuntos inconclusos: el malestar, vivero de incendiarios seudorrevolucionarios, el egoísmo de las élites corruptas, el aldeanismo soberbio que lo infesta todo con su particularismo insolidario, la falta de concordia nacional para sacar adelante cuestiones vitales, la leyenda negra inquisitorial, el imposible genocidio hispánico, los complejos de no ser un país plural "normal". Concibo España como lugar actual de realización de sueños y proyectos; Estado social y democrático de derecho de parajes encantadores y únicos por su saber vivir comunitario. Estimo que para dar un marchamo de continuidad a nuestra bella nación democrática habría que aclarar de una vez el modelo territorial, blindar derechos sociales, invertir más en sanidad y educación, perseguir más el fraude fiscal y la corrupción. Respetar instituciones y altas magistraturas, auspiciadoras de valores colectivos de estabilidad, concordia y moderación.

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